viernes, 11 de junio de 2010

La Señora de la Noche: Hécate




Como he mencionado en varias entradas anteeriores, Hécate (en griego antiguo Ἑκάτη Hekátē o Ἑκάτα Hekáta, de έκατερις hekateris, ‘baile de manos’) es una divinidad cuya identidad parece transformarse a través de los siglos y la concresión mitológica a la que pertenezca su advocación en un momento dado. fue originalmente una diosa de las tierras salvajes y los partos originaria de Tracia o de los carios de Anatolia, aunque bajo este aspecto, era considerada una Diosa de la Luz - la Diosa de los rayos de luna, mientras que a Selene se le adjudicaba la fuerza del plenilunio. Posteriormente, y sobre todo en la Grecia Antigua, Los cultos populares que la veneraban como diosa madre hicieron que fuese integrada en la mitología . En la Alejandría ptolemaica terminaría adquiriendo sus connotaciones de diosa de la hechicería y su papel como «Reina de los Fantasmas», aspecto bajo el que fue transmitida a la cultura. Hacia el medioevo, su figura se tornó inquietante, al tomar las caracteristicas de varias diosas del inframundo que se conjugaron bajo el concepto de su creación anecdótica.

Sin embargo, en contra de la creencia popular, Hécate no fue originalmente una diosa griega. Era desconocida para Homero y de hecho las referencias escritas más antiguas son las de la Teogonía de Hesíodo. El lugar de origen de su culto es incierto, pero se cree que tuvo numerosos seguidores en Tracia. Su santuario más importante estaba en Lagina, una ciudad-estado teocrática en la que la diosa era atendida por eunucos. Lagina, donde el famoso templo de Hécate atraía grandes reuniones festivas cada año, quedaba cerca de la colonia originalmente macedonia de Estratonicea. En Tracia desempeñó un papel similar al del menor Hermes, es decir, gobernadora de los puntos liminares (tránsitos o umbrales) y de lo salvaje, guardando poco parecido con la vieja paseante nocturna. Adicionalmente, esto llevó a su papel como ayudante de las mujeres en los partos y la crianza de los jóvenes.

Para la Tradición de la Antigua religión que practico, Hécate es la Diosa de la noche y la fuerza espiritual que proviene de la introspección y la canalización de la energía personal en un propósito definido. Se le considera la divinidad vinculada con la intuición y los dones psiquicos y el poder de la creación a partir de la decisión conciente de darle sentido a nuestra expresión más intima. En su nombre se realizan rituales que buscan acentuar y acrentar el poder de la voluntad en la forma de un propósito mágico. Uno de ellos es el siguiente:


Necesitarás:

7 velas azules.
Un copa con agua ( nunca fría )
Incienso de azahar.

Disposición:


Forma con las velas un círculo en cuyo centro te sentarás. Coloca frente a tí la copa con agua y a tu izquierda el incienso de azahar.

Cierra los ojos y comienza a respirar lenta y profundamente. Siente la forma como tus pulmones se llenan de oxigeno, disfruta la energía que te recorre en cada inspiración. Imagina que un circulo de luz azulada te rodea, brillando con más fuerza a medida que tu respiración toma un ritmo pausado y sereno. Visualiza como el brillo que te rodea se hace más fuerte, sostenido, casi cegador. Finalmente cuando percibas que tu nivel de concentración ha llegado a un punto optimo abre los ojos y enciende la primera vela invocando de la siguiente manera:


"La cúpula del firmamento lleva tu nombre
Señora de la sedas púrpuras
de la Noche sin nombre
Danzas en las sombras
entre el brillo de las estrellas
y el brillo de la luna"

Enciende la segunda vela - en el sentido de las agujas del reloj - diciendo:

"Te llamo a ti Hécate
para que acudas a mi llamado
Sea en el púrpura del infinito tu nombre"

la tercera vela:

"Hecate, Señora de la Magia interna
invisible y poderosa
acude a mi voz y llename de paz"


la cuarta vela:

"canta en mi espiritu la convicción
nace mi voz en las sombras
Guiame en la sabiduría secreta
que sea tu llama la que brille
en la oscuridad de la razón"

La quinta vela:

"Hecate, Dama de la noche
crea poder en mí
crea fuerza en mí"

La sexta vela:

"Que en tu nombre
Un espiral de conocimiento sea mio
en mi voz
que encuentra eco en la noche
al llamarte a este circulo de luz"

La septima vela:

"Hecate, Dama del silencio
que sea en mí
el conocimiento y la paz
Así sea"


Ahora, toma la copa con agua entre tus manos. Cierra los ojos e imagina que te encuentras en medio de un valle, rodeado de altos árboles. La noche se abre en todas direcciones, más allá de las ramas más altas. La luna ilumina la cúpula celeste. Visualiza que un rayo de luz de luna, azul y radiante, atraviesa la oscuridad y te rodea, envolviendote por entero. Siente su calor y la forma como cada parte de tu cuerpo palpita a su contacto. Suspira, siente que la luz impregna el aire que tomas, recorriendote por entero. Siente que tus dedos transmiten al recipiente que sostienes la luminosidad que los llena. Siente el ligero palpitar en tu piel, la forma como una exquisita calidez te colma por entero. El brillo se hace cada vez más fuerte y poderoso, hasta cegarte por entero.

Entonces, abre los ojos y toma un largo sorbo de agua. Siente la manera como tu cuerpo disfruta de la sensación, analiza la sensación que te recorre mientras el liquido se desliza por tu garganta. Percibe como todo tu organismo reacciona al estimulo sensorial. La huella del eterno poder en ti.

Para culminar el pase mágico que has llevado a cabo, enciende el incienso de Azahar y disfruta de su aroma, permitiendo que tu mente divage mientras el exquisito olor te envuelve. Si lo deseas, deja que las velas se consuman, mientras realizas una pequeña meditación de indole personal rodeada por la luz del circulo de la Diosa. Sino deseas hacerlo, apaga cada una de ellas - en el sentido contrario contrario de las agujas del reloj- mientras dices:

"Crea poder en mí
Crea fuerza en mí
Así sea"

Come y bebe algo para equilibrar al energía que has obtenido mediante el ritual que has llevado a cabo.

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