Hace unos días leí en un articulo de periódico, una entrevista a un psiconeuroinmunobiólogo (insólita profesión) que afirmaba que sostener un pensamiento negativo durante un minuto deja el sistema inmunológico en estado comprometido durante seis horas. Que el agobio permanente lesiona las neuronas de la memoria y del aprendizaje, y que deja sin riego la zona del cerebro necesaria para tomar decisiones adecuadas. Que el modo en que nos hablamos a nosotros mismos influye en la salud o la enfermedad de la mente.
No pude menos que sonreír con tristeza. Así que he estado saboteándome yo misma. Vaya vaya. Así que la parábola del sembrador tiene una fiel correspondencia científica (Creo que tanto Virginia Woolf como Emily Dickinson lo sabian), y que las palabras y el mundo entero solo pueden comprenderse como una compleja red de conceptos fisicos y biologicos extrechamente relacionados. Se me ocurre entonces - analizandolo con una cierta irónia fatalista - de ser dura como la roca, porque si largos años de un cierto pesimismo existencialista --sensiblemente agudizado por las lecturas y releecturas a Kafka, Proust, Chejov y otros Dioses del desánimo-- todavía conservo cierta cordura analítica (en precario equilibrio, según algunos, en perturbada renuncia, según la opinión general), es que nada puede acabar con mi necesidad nervuda de encontrar una satisfacción en medio de la tormenta. No puedo dejar de pensar que filósofos y filólogos podrían reclamar un lugar privilegiado en el abismo de los tristones - como suele llamarme mi querida Nele -. La reafirmación del valor intelectual es la desesperación totalmente válida sin duda ¡Los niveles de serotonina de los especialistas en Schopenhauer deben de estar bajo mínimos!
C' la vie.
No pude menos que sonreír con tristeza. Así que he estado saboteándome yo misma. Vaya vaya. Así que la parábola del sembrador tiene una fiel correspondencia científica (Creo que tanto Virginia Woolf como Emily Dickinson lo sabian), y que las palabras y el mundo entero solo pueden comprenderse como una compleja red de conceptos fisicos y biologicos extrechamente relacionados. Se me ocurre entonces - analizandolo con una cierta irónia fatalista - de ser dura como la roca, porque si largos años de un cierto pesimismo existencialista --sensiblemente agudizado por las lecturas y releecturas a Kafka, Proust, Chejov y otros Dioses del desánimo-- todavía conservo cierta cordura analítica (en precario equilibrio, según algunos, en perturbada renuncia, según la opinión general), es que nada puede acabar con mi necesidad nervuda de encontrar una satisfacción en medio de la tormenta. No puedo dejar de pensar que filósofos y filólogos podrían reclamar un lugar privilegiado en el abismo de los tristones - como suele llamarme mi querida Nele -. La reafirmación del valor intelectual es la desesperación totalmente válida sin duda ¡Los niveles de serotonina de los especialistas en Schopenhauer deben de estar bajo mínimos!
C' la vie.
2 comentarios:
Ves por qué ciertas cosas es mejor no leerlas? jajaja de dónde sacaste ese articulo de periódico? jajaja (no contestes), por eso yo no leo periódico!! (entre otras cosas) impronunciable profesión (es una profesión? desde cuándo? jajja). En definitiva, me gusta muchísimo los vínculos que haces al recordar otros autores =)
ajajaj Debería dejar mi mania de dejar de leer todo tipo de periodico jajajajaja Gracias por leer y comentar Meny!
Publicar un comentario