Ser mujer nunca ha sido sencillo, gratificante o satisfactorio en una sociedad machista. Pero tal vez por ese motivo, ser una mujer que se atreve a luchar, a crear, a tomar las riendas de su vida sin temor y con toda la responsabilidad de edificar algo valioso con sus conocimientos y su talento, tiene mayor valor, o mejor dicho, mayor sustancia y sentido. Porque en un mundo que hasta hace poco era exclusivamente masculino, las mujeres hemos recorrido un camino complicado que aun no termina, que construimos a diario y que quizá solo termine en un futuro hipotético donde no existo un día de la mujer, porque no sea necesario.
Y es que creo, que celebrar un día para celebrar los logros del género, habla de las carencias de la sociedad que necesita reconocer los pequeños avances logrados contra un enorme pared de prejuicio y discriminación. Tal vez porque muchas de nosotras somos independientes moral y legalmente, no imaginamos la vida que debía padecer una mujer en siglos anteriores: Matrimonios comerciales, con el único fin de beneficiar al padre y al novio con prebendas economicas. La servidumbre y esclavitud al marido, la exclusión de los derechos básicos y legales, porque incluso los grandes Pensadores que abogaban por la igualdad, nunca se refirieron a la igualdad de la sociedad homogenea, sino solo de los hombres. Mujeres asficiadas por el peso de una moralidad absurda y misógina, mujeres disminuidas y limitadas. Mujeres viviendo al filo de la historia: ¿Alguien recuerda en estos tiempos a la gran Mary Wollstonecraft, madre de Mary Shelley, pensadora y democrata durante la revolución francesa? ¿ O La talentosa Camille Claudel, olvidada amante de Rodin y quién fuera en su tiempo una gran escultura? ¿Sabes quién era Aurora Dupin? Probablemente no, porque en su lugar, sin duda has escuchado alguna vez el nombre de George Sand, su alterego masculino, el nombre que la gran escritora tuvo que utilizar para lograr vivir de su magnifico talento con la pluma.
Del Antes y el Después: Lo Sagrado Femenino.
Resulta incluso más inquietante pensar en todas estas ideas cuando la historia recuerda constantemente que hubo una época donde el papel de la mujer era preponderante: Desde épocas ancestrales, las mujeres han creado, participado y dirigido rituales sagrados de iniciación femenina, fertilidad comunal, sexualidad sagrada, sanación chamánica en los misterios, nacimientos y entierros. En muchos casos, las mujeres también se desempeñaban como musas instructoras trasmitiendo los mitos de la creación y relatos de origen que guiaban la vida de la comunidad a las nuevas generaciones.
Sin embargo, este caudal mítico ritual femenino está prácticamente ausente de nuestras vidas cotidianas a raíz de la visión Masculinizada de lo sagrado que se impuso sobre otras tradiciones más antiguas y donde los arquetipos masculinos prevalecen en detrimento de los femeninos.
En los templos que conocemos escasamente las mujeres pueden desempeñarse como sacerdotisas. Los ritos de iniciación femenina al igual que las danzas sagradas de éxtasis han desaparecido y el mito del Dios único, marcadamente masculino, encabeza todos los rituales. Una mitología que ha alterado nuestros cuerpos y conciencias con el pecado de Eva, la expulsión del Jardín del Edén y la eliminación de la Gran Diosa prepatriarcal ( uno de sus nombres era Eva, que significa: la madre de todos los seres vivientes) como todo mito de origen ha instaurado modos de ser y actuar que, en este caso, han resultado desvalorizantes y discriminatorios para las mujeres.
Por eso, he dedicado la mayor parte de mi blog - esta pequeña bitácora desordenada en la que he intentado plasmar la forma como mis crencias han influido en mi perspectiva sobre la realidad y el mundo - a reseñar algunos mitos y rituales con la intención de animar al resurgimiento de una dimensión sagrada femenina que acompañe y potencie los derechos y dignidad de las mujeres. Al recuperar mitos y rituales conectados a las ancestrales Diosas - y al crear otros nuevos- estamos haciendo algo más que feminizar la tradicional imagen de Dios Padre bíblico. De poco nos serviría una simplificada y subordinada Diosa Madre que siga condenando a Eva y sosteniendo una conciencia de naturaleza potencialmente caída.
Más bien se trata de un arquetipo sagrado femenino integral, conectado al cuerpo , al alma, a la sexualidad, la inteligencia, la creatividad, la justicia y la compasión de las mujeres. Una Diosa Serpiente que nos ayude a volver al Jardín del Edén de nuestra conciencia profunda para liberarnos de la vieja piel y comer sin culpas del fruto de la sabiduría que Ella nos ofrece en un rito de pasaje a una nueva percepción de la vida a fin de recrear nuestro mito personal y colectivo. Es decir, nuestro presente y futuro como iniciadoras en lo femenino postpatriarcal.
Muchas se preguntarán: " ¿ y qué hacemos con Adán?". El fruto iniciático también está disponible para ellos, siempre y cuando después de probarlo no vuelvan a acusar a Eva proyectando sus sombras sobre las mujeres y se hagan responsables de sus propios procesos internos de transformación, bajo los símbolos del Dios Serpiente ( del tipo de Quetzalcoatl, Shiva u Ofión) que muere y resucita con los ciclos rituales de la Gran Diosa, su ancestral hermana gemela.
A medida que recuperamos nuestro cuerpo y nuestros derechos, las mujeres necesitamos recuperar nuestras almas y con ella el poder espiritual que potencie nuestras vidas. Los mitos y rituales son medios adecuados para crear y recrear esta indispensable espiritualidad femenina.
Sin embargo, este caudal mítico ritual femenino está prácticamente ausente de nuestras vidas cotidianas a raíz de la visión Masculinizada de lo sagrado que se impuso sobre otras tradiciones más antiguas y donde los arquetipos masculinos prevalecen en detrimento de los femeninos.
En los templos que conocemos escasamente las mujeres pueden desempeñarse como sacerdotisas. Los ritos de iniciación femenina al igual que las danzas sagradas de éxtasis han desaparecido y el mito del Dios único, marcadamente masculino, encabeza todos los rituales. Una mitología que ha alterado nuestros cuerpos y conciencias con el pecado de Eva, la expulsión del Jardín del Edén y la eliminación de la Gran Diosa prepatriarcal ( uno de sus nombres era Eva, que significa: la madre de todos los seres vivientes) como todo mito de origen ha instaurado modos de ser y actuar que, en este caso, han resultado desvalorizantes y discriminatorios para las mujeres.
Por eso, he dedicado la mayor parte de mi blog - esta pequeña bitácora desordenada en la que he intentado plasmar la forma como mis crencias han influido en mi perspectiva sobre la realidad y el mundo - a reseñar algunos mitos y rituales con la intención de animar al resurgimiento de una dimensión sagrada femenina que acompañe y potencie los derechos y dignidad de las mujeres. Al recuperar mitos y rituales conectados a las ancestrales Diosas - y al crear otros nuevos- estamos haciendo algo más que feminizar la tradicional imagen de Dios Padre bíblico. De poco nos serviría una simplificada y subordinada Diosa Madre que siga condenando a Eva y sosteniendo una conciencia de naturaleza potencialmente caída.
Más bien se trata de un arquetipo sagrado femenino integral, conectado al cuerpo , al alma, a la sexualidad, la inteligencia, la creatividad, la justicia y la compasión de las mujeres. Una Diosa Serpiente que nos ayude a volver al Jardín del Edén de nuestra conciencia profunda para liberarnos de la vieja piel y comer sin culpas del fruto de la sabiduría que Ella nos ofrece en un rito de pasaje a una nueva percepción de la vida a fin de recrear nuestro mito personal y colectivo. Es decir, nuestro presente y futuro como iniciadoras en lo femenino postpatriarcal.
Muchas se preguntarán: " ¿ y qué hacemos con Adán?". El fruto iniciático también está disponible para ellos, siempre y cuando después de probarlo no vuelvan a acusar a Eva proyectando sus sombras sobre las mujeres y se hagan responsables de sus propios procesos internos de transformación, bajo los símbolos del Dios Serpiente ( del tipo de Quetzalcoatl, Shiva u Ofión) que muere y resucita con los ciclos rituales de la Gran Diosa, su ancestral hermana gemela.
A medida que recuperamos nuestro cuerpo y nuestros derechos, las mujeres necesitamos recuperar nuestras almas y con ella el poder espiritual que potencie nuestras vidas. Los mitos y rituales son medios adecuados para crear y recrear esta indispensable espiritualidad femenina.
El ahora, el futuro:
¿Quienes somos? ¿hacia donde nos dirigimos? No lo sé, pero lo que aspiro es una sociedad en donde a la mujer no se le considere amable, delicada, exquisita, fragil, vulnerable, madre, esposa. Aspiro a una cultura donde la mujer tenga la fuerza de levantar la voz, vivir a plenitud sus sueños y sus ideas, de crecer y cambiar todas las veces que su capacidad de aprender y de crear su propio Universo asi lo requiera. Deseo una sociedad donde las mujeres no debamos cumplir un papel, sino construir uno propio. Deseo una forma de ver el mundo donde tengamos la oportunidad de gritar a pleno pulmón, reir hasta las lágrimas y creer en nuestro poder espiritual por encima de cualquier convención social.
En suma, quiero un futuro que libere a la Mujer de la mordaza cultural que hasta ahora se nos ha impuesto.
Quizá, solo los reste luchar por él.
Cèla vie.
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