Cuando escucho a los lideres de mi país propugnando valores racistas y basado en el odio de las ideas divergentes como forma de gobierno, no puedo evitar sentir un profundo temor. También lo siento cuando las ideas religiosas más populares admiten - y propugnan - el prejuicio, el desconocimiento a la diferencia, la segregación por creencias como un dogma de valor. ¿Que está ocurriendo con nuestra idea social para que la fe, la religión, la politica tengan que utilizar una moral retorcida para convalidarse? ¿Cual es la idea de insistir en una igualdad forzada y dogmática para conceptualizar lo que se considera "bueno y normal"? Una preocupante noción de la convivencia, esa de insistir que solo la mayoría es admisible y posee derechos concretos. Un viejo enemigo, pienso mientras apago el televisor con cierta desazón.
La Intolerancia: El poder del puño de hierro.
Como mujer que nació y creció en un país eminentemente machista, de vez en cuando me he tenido que enfrentar a la idea del prejuicio. El no calzar en la idea de lo que se considera "usual" dentro de la percepción de lo femenino, me ha traído en ocasiones situaciones incomodas e incluso desconcertantes. Insultos, epitetos humillantes, murmuraciones, son la manera más sutil del prejuicio hacia todos quienes deciden, de una u otra forma, crear su propia manera de ver el mundo. Y por supuesto, no me refiero a que mi vida sea inusual desde la perspectiva de lo que se puede considerar un adulto contemporáneo: vivo sola desde hace una década, soy independiente economicamente, aun no he contraido matrimonio y no me agrada la idea de la maternidad. Pero esas, llamamemosle, "transgresiones" a un orden concreto sobre el "deber ser" de una sociedad conceptualizada en ideas discriminatorias, provocan una reacción tan antigua como habitual: la percepción de lo diferente dentro de un orden establecido por la costumbre. Una idea y una forma de pensar que no es más que una reminiscencia de esa capacidad de censura de una sociedad donde la idea de la normalidad es restrictiva y selectiva.
Como mujer que nació y creció en un país eminentemente machista, de vez en cuando me he tenido que enfrentar a la idea del prejuicio. El no calzar en la idea de lo que se considera "usual" dentro de la percepción de lo femenino, me ha traído en ocasiones situaciones incomodas e incluso desconcertantes. Insultos, epitetos humillantes, murmuraciones, son la manera más sutil del prejuicio hacia todos quienes deciden, de una u otra forma, crear su propia manera de ver el mundo. Y por supuesto, no me refiero a que mi vida sea inusual desde la perspectiva de lo que se puede considerar un adulto contemporáneo: vivo sola desde hace una década, soy independiente economicamente, aun no he contraido matrimonio y no me agrada la idea de la maternidad. Pero esas, llamamemosle, "transgresiones" a un orden concreto sobre el "deber ser" de una sociedad conceptualizada en ideas discriminatorias, provocan una reacción tan antigua como habitual: la percepción de lo diferente dentro de un orden establecido por la costumbre. Una idea y una forma de pensar que no es más que una reminiscencia de esa capacidad de censura de una sociedad donde la idea de la normalidad es restrictiva y selectiva.
Indudablemente, se trata de una manifestación minima e incluso intrascendente del prejuicio y la intolerancia dentro de nuestra sociedad. Pero aun así, resulta inquietante el hecho de esa absoluta libertad del colectivo de restringir las libertades de quienes le rodean por la necesidad de construir una "moral secular" que pueda representar a las mayorias en detrimentos de las minorias. Porque cuando analizamos la raíz de la intolerancia, la discriminación, el racismo, el odio de género, la homofobia, encontramos que el origen es el mismo: la reacción de una sociedad homogeneizada bajo conceptos especificos hacia quienes difieren, en opinión y perspectiva sobre la idea general. Una idea temible, sobre todo si constatamos que el poder social para restriguir se basa en la presión, la emocionalidad y una profunda idea de castigo social, las consecuencias pueden ser imprevisibles.
De la Intolerancia en la Historia: El temor y la ignorancia como formas de castigo.
La mujer, su independencia moral mejor dicho ha sido victima de la Intolerancia durante generaciones enteras y no me refiero a este hecho de una manera metafórica, sino totalmente fáctica. Algunas de las pensadoras más valiosas de siglos atrás fueron asesinadas por el simple hecho de profesar una fe diferente o promulgar ideas que contradijeran el valor común de la época. Violencia de género, violencia ideológica infringida por los estamentos de poder empuñando su arma más contudente: la completa convicción de la existencia de una verdad superior, absoluta, carente de matices. Es por tal motivo que me siento identificada con las lucha que se lleva en mi país por el rescate de la pluralidad y el valor de la Libertad de pensamiento. El peso de la historia de mi género le da una nueva perspectiva a mi opinión y a mi perspectiva sobre la verdad.
¿Ejemplos? podría nombrar cientos, miles, para ilustrar el devastador poder del odio en el pensamiento cultural. Sin embargo escogeré uno que por inaudito me resulta más incomprensible y violento que el resto: La muerte de casi seis millones de mujeres en la Europa medieval. Para mucha gente la caza de brujas es una frase inquietante en un libro de historia. Para mí, es una idea devastadora, que destruyó parte de la historia femenina a través de la Inquisición: un mecanismo perfectamente engranada para devastar los cimientos de una creencia que contravenía el imperativo histórico de la época. Lo comenzó siendo "la intolerancia de Dios"se convirtió en la "Locura de las Saturnalias" y su estela puede rastrearse hasta hoy. Ha habido muchos cazadores de brujas a lo largo de la historia. No son fruto sólo de una época oscura y malvada. Al parecer ni siquiera las sociedades occidentales pueden prescindir de la idea de la segregación. ¿Cual es la diferencia entre la bula papal de Inocencio VIII que autorizaba castigos corporales por profesar una fe distinta y la actual discriminación que se lleva a cabo en la Venezuela del siglo XXI basada mayormente en el pensamiento politico? La causa que sostienen ambos pensamientos dogmáticos provienen es la misma: La desaparición de cualquier voz divergente a la idea propugnada por el centro del poder.
Los verdaderos villanos de las historias de cazas de brujas han sido los que enviaron a personas inocentes a las llamas amparándose en los cargos de brujería o herejía, si bien los ejecutores nunca distinguieron qué clase de brujas perseguían y muchos menos si se traba de seguidores de un inexistente "Satanas" o herejesm a los que se acusaba de seguir a algún malvado profeta que los había apartado de la Grey del Señor. Quienesquiera que fuesen sus victimas, las acusaron, les extrajeron una confesión con torturas y coacciones, y las quemaron con una vulgar indolencia. ¿Cual es la diferencia con las ideas restrictivas del régimen politico que gobierna actualmente mi país, que condena la critica, amenaza a los discidentes y ataca la expresión conceptual de manera violenta? Por supuesto, que aun en mi país, las creencias y su base conceptual no son motivo de condena legal...pero no dejo de preguntarme si en un futuro cercano no comenzará a hacerlo. ¿Carezco de motivos para sospechar que la estructura politica de Venezuela puede convertirse en un mecanismo refinado de represión a la idea de la diferencia idiosincrática? Este de hecho, es mi mayor temor.
¿Quienes fueron esos monstruos que acusaron, arrestaron, juzgaron y condenaron sin mostrar ninguna consideración ni piedad? ¿Cuales eran sus motivos ¿Actuaron movidos por su fe o sólo por un profundo odio hacia la diversidad de creación y la expresión humanista? ¿Lo hicieron acaso por un deseo personal de venganza o para obtener un reconocimiento público? ¿Acaso hubo algún intereés político o, llevados por la codicia, tan solo deseaban cofiscar las propiedades de sus victimas? Estas preguntas conyevan a respuestas inquietantes, porque casi todas ellas apuntan al egoismo cerval más profundo, a la crueldad sin atenuantes, a la simple carencia de principios morales donde pueda sustentarse. La intolerancia, como siempre, encuentra un terreno fértil en la ignorancia y el desconocimiento del derecho del otro a la coexistencia en medio de un ámbito amplio y sustanciado por la capacidad de disentir. En cierto modo, hubo un poco de todo, aunque nada de ello puede justificar el crimen que representa el concepto de la Inquisición, primer indicio de las consecuencias que el odio como arma politica puede ocasionar.
Tras apartara a los paganos de sus creencias, la Iglesia las tachó de primitivas y sanguinarias y luego acometió la tarea de humanizar la concepción de eternidad. Por doquier el hombre tropieza con señales que le recuerdan que el rechazo a la existencia de las ideas más allá de las propias, puede devastar las raíces mismas de lo que considera sociedad. La sangre derramada por brujas y herejes, en la busqueda de una pretendidad purificación del concepto de masas extendido por la religión cristiana, solo es uno de los tantos ejemplos de lo que puede significar la destrucción de la comprensión y la fe en la voluntad social.
A lo largo de la historia, ha habido muchas cacerias de brujas. El primer período fue conocido, como dije, como de la "Intolerancia de Dios", estuvo regido por el único propósito de condenar a quienes cuestinasen los dogmas de la Iglesia católica. ¿No es inquietante el parecido con las actuales purgas ideológicas que Gobiernos en distintas partes del mundo llevan a cabo? ¿No resulta plausible que el odio a divergencia en el plano de la concepción moral pueda desembocar en un hecho histórico lamentable como el ocurrido en lo que se llamó "La locura de las Saturnalias", celebradas por personas que erigían piras gigantescas para combatir la amenaza contra el orden establecido, al que consideraban "divino"? Aun la sociedad Venezolana no ha sufrido las penurias de un pueblo devastado por la discriminación, el genocidio legal, pero la pregunta que no dejo de hacerme es ¿ podría suceder? ¿Podría Venezuela y la intolerancia politica exacerbada ser un caldo de cultivo para un paroxismo de odio ideologico?
Una bruja, o un hereje, pertenecia a una sociedad que el poder imperante no consideraba un ciudadano viable. De este modo, las artes mágicas se consideraban una traición a Dios y quedaron justificadas cuantas medidas para suprimirlas fuesen necesarias. La fe siempre ha sido una buena excusa. Y actualmente, un supuesto bien también lo es. ¿No se llama apátridas y traidores a todos los Venezolanos que no comulgamos con la idea tópica de una forma politica que se impone a través de la violencia y la discriminación?
La moral de la Iglesia preconizaba la castidad y prescribía castigos muy severos para los monjes que cometiesen cualquier acto mancillase los hábitos. La supuesta revolución politica que lleva a cabo las fuerzas politicas afectas al presidente Hugo Chavez proclaman el asceptismo burocrático y una pureza de miras sociológicas. Inquietante, el parecido entre la quema basada en la idea religiosa y la segregación y la violencia amparada en el Nacionalismo.
Nada hay más destructivo que el fanatismo, producto de una vanidad devoradora, la sensación de gozar de un poder onmímodo y una cierta predisposición a la paranoia. El concepto religioso y la politica han ejercido desde siempre una fascinación muy peculiar em quienes han mostrado una insaciable de sed de poder sobre sus prójimos - considerados como inconformistas, incrédulos, reformadores ímpios, sectarios, adivinos, nigromantes, hechiceros, magos o, claro está, brujos - Principes, burgueses o campesinos, nobles damas o curanderas, ricos o pobres, quien fuere acusado debía ser aniquilado de manera impacable. Por ello la autoridades religiosas o civiles marcaron con el estigma de la herejía a tal o cual hombre o mujer. El odio levantó llamas a través de Europa, intentó destruir una tradición ancestral para imponer una unica manera de ver la vida, una unica concepción sobre la divinidad.
Mirando las escenas que se suceden diaramente en Venezuela, el furioso ataque de grupos religiosos hacia la comunidad homosexual, los asesinatos por violencia doméstica que cada año aumentan su incidencia en las cifras rojas del país, recuerdo las antiguas historias de odio y discriminación que pueblan las páginas de la historia, las escenas imaginadas de mujeres siendo asesinadas en crueles actos de fe, luego de haber sido sometida a torturas y al dolor de renunciar a sus creencias para salvar su vida sin lograrlo. La persecusión ideologica tiene rostro y nombre en mis pensamientos. Mujeres y hombres que se atrevieron a levantar su convicción contra una institución cruel que empuñó un profundo odio contra todos aquellos quienes no compartieron su perspectiva de la verdad. El dolor y el sufrimiento padecido por esos inocentes es parte de mi herencia, de una manera tan intrinseca comonuestra creencia en la fuerza de la naturaleza y la divinidad dual. Por ese motivo, alzo mi voz, me manifiesto con todas mis fuerzas en contra quienes propugnan una idea unica, un pensamiento único, una visión unica de las cosas. Porque la libertad y la tolerancia es la fuerza de un tiempo nuevo, de una esperanza renovada, inevitable, profunda.
La busqueda incesante de la paz.
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