El rojo - palpitante, errado, duro, exquisito, descarnado, crudo - es el color que siempre hablará mi idioma. Levemente quemado en los bordes, más oscuro y denso y rico en los bemoles de mi mente, el rojo le da sentido a mi necesidad, destroza minimas ideas, crece y se hace poderoso, casi frondoso en mi voz. Y Ay, de ese rojo - denso, quemado, lento - cuando me hace sonreir. Porque como diría Mae West, Cuando soy buena, soy buena; cuando soy mala, soy mucho mejor.
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