domingo, 9 de octubre de 2011
Un comienzo Auspicioso
Aunque se trata de un director poco conocido, Gus Van Sant, siempre ha sido un meticuloso visionario del nuevo arte cinematográfico, mucho más interesado en recrear una visión propia sobre la realidad, que otorgarle belleza y una estética depurada. Tal vez por eso, sus peliculas suelen desaparecer de la órbita del cinéfilo promedio con mucha rápidez: En apariencia carecen de verdaderos alicientes para crear una obra visual coherente. Sin embargo, en una análisis más profundo, Gus Vant Sant suele obsequiarnos con historias profundas, desconcertantes, en el limite de la realidad onírica.
El primer trabajo en su corto desempeño cinematográfico, es la Mala Noche. Este primer film, realizado en 1985, aunque recibió muy buenas críticas en su día, tampoco fue estrenado en Estados Unidos hasta que el director triunfó con Drugstore Cowboy, su segundo largometraje.
Mala noche se basa en una novela autobiográfica de Walt Curtis, y a grandes rasgos cuenta la historia de Walt, un joven gay propietario de una pequeña tienda de ultramarinos en un barrio de Portland que se enamora de Johnny, un inmigrante ilegal mexicano, heterosexual, y que apenas habla inglés.
Con una trama local, que contiene temas tan universales como el amor no correspondido, la inmigración, el sexo y la homosexualidad, Gus Van Sant utiliza por primera vez los largos pasillos, las carreteras interminables, los barrios marginales, las nubes a toda velocidad, la estética que tantas veces hemos visto en sus personajes y la música del desierto, aderezada con algunos temas hispanos tan famosos como Gracias a la vida de Violeta Parra, colocados a lo largo del film con mucha habilidad.
Se respira frescura en su ópera prima, rodada principalmente en blanco y negro, para la que contó únicamente con un presupuesto de 25.000 dólares. La escasez de medios, se refleja en una iluminación en ocasiones casi inexistente, pero que casa a la perfección con el conjunto de la obra, con la intención de la mayoría de no ser vistos, la oscuridad de sus vidas, o la sexualidad reprimida de un tercer protagonista, que sólo se ve liberada cuando se acerca la noche.
Destaca sobre todos la actuación de Tim Streeter, un chico sensible, enamorado hasta la médula, pero sobretodo dispuesto a ayudar y ser amigo de un grupo de mexicanos con los que nunca logra comunicarse plenamente.
Gus Van Sant explicó que gran parte del reparto estaba compuesto por amigos o vecinos, y me ha sorprendido comprobar que este actor, que en la mayoría de escenas tiene un parecido con River Phoenix que da miedo, no tiene filmografía anterior ni posterior (más que un episodio de TV) por lo que seguramente se contaba también entre los amateurs.
A otros como Doug Cooeyate (Johnny) quizá si se les nota un poco la falta de experiencia, pero al igual que con la escasa iluminación, no sólo no estropean la película, si no que enfatizan su carácter auténtico, de realidad palpable.
Mala Noche es una enorme paradoja en la que un chico estadounidense se arrastra por conseguir el amor de un muchacho (al parecer menor) mexicano, mientras Estados Unidos carga contra los inmigrantes, sin piedad, ni contemplaciones.
Un film que transmite emociones, que invita a reflexionar, que cuenta una historia y muchas a la vez, que se huele, se siente, se palpa, que entretiene y que no requiere más esfuerzos por parte del espectador que el de dejarse llevar y disfrutar de una buena sesión de cine.
Después de ver casi toda la filmografía de este irregular director creo que puedo decir (sin excesivo temor a equivocarme) que Mala noche, no sólo es un comienzo genial, es también una de sus mejores obras.
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