jueves, 29 de marzo de 2012
La Lomografia: de lo viejo, lo nuevo, lo de siempre.
A propósito de su viaje a Buenos Aires, mi profesora de fotografía obsequió a mi prima N. un precioso libro sobre un tema muy en boga actualmente, pero sobre el que en realidad se sabe poco: Las Toy Cámara. Lomografia, fotografía experimental o cualquiera sea el nombre que le demos a este estilo visual, es indudable que esa capacidad creativa de la disciplina resulta intrigante, no solo para todos aquellos que intentan crear un lenguaje fotográfico, o mejor dicho, uno lo suficientemente intrigante como para sorprendernos sino para quienes la imagen es un lenguaje personal.
Revisando el libro, del autor Kevin Meredith, me sorprendió no solo la complejidad del tema - a pesar de la creencia popular que la fotografia experimental no tiene mayores misterios - sino los resultados concretos que pueden obtenerse de la mera experimentación, incluso con las cámaras más sencillas y esquemáticas. Y es que parte de la magia de esa fotografía sin reglas - o no al menos las comunes - es esa necesidad de recrear los espacios y temas comunes de una manera nueva, las infinitas revisiones de temas concretos de formas por completo inesperadas. Me asombró sobre todo, descubrir que además, la gran mayoría de los fotógrafos de renombre, poseen un trabajo personal y muy interesante, basados en plataformas inusuales y donde recopilan no solo un poco de su propia manera de ver el mundo, sino ángulos inusuales de su trabajo regular. De manera que me encontré reflexionando el motivo por el cual la fotografía experimental, lleve el nombre que lleve, produce tanta desconfianza y sobre todo, es tratada con tanta arrogancia, por algunos fotógrafos que se llaman así mismos puristas.
De la Estenopeica a la Lomo LC-A:
Construi mi primera estenopeica a los catorce años. Era una caja de té mal montada y pesimamente rematada, que dejaba entrar la luz por todas partes pero yo la adoré. La construí siguiendo las instrucciones de un viejo libro de fotografía que encontré en la biblioteca Nacional de mi ciudad, del autor Ruben Uquillas y aunque al principio tuvo resultados cuanto menos desastrosos, los siguientes intentos me permitieron lo que siempre llamo, esa otra visión de mi lenguaje visual. Porque aunque las fotografias que obtuve estaban llenas de extraños reflejos de luz y tenian un aspecto extraño y sin sentido, sentí que de alguna forma, ese proceso artesanal, esa vuelta de hoja a lo que se supone es tradición y meta de la fotografía ( mostrar una imagen nítida, reconocible ) me dejó desconcertada. El resultado de aquellos negativos me demostraron las posibilidades, las inmensa belleza de esa visual anarquica que te permite la fotografía experimental.
Continué haciendo experimentos parecidos con el paso del tiempo: forzar el ASA de rollos vencidos o simplemente dobles exposiciones simples. Y siempre me sorprendió el resultado inesperado, la sorpresa visual que me deparó cada nuevo experimento. Con el tiempo, comprendí lo que tantos fotógrafos antes que yo y lo que probablemente seguirán comprendiendo muchos después de mí: la fotografía es un arte personalisimo, donde tu necesidad de búsqueda personal y recreación de lo conocido, tiene un lugar especial en tu búsqueda de un lenguaje visual individual.
Unos cuantos años después, descubrí la Lomografia, que no es otra cosa que la revisión de todos esos pequeños experimentos e ideas conjugados en algo tan amplio como inusual: un estilo de fotografía que recopila todos los experimentos e ideas que antes solian aplicarse por separado bajo una idea única. La lomnografia, como tal, no es solo un estilo visual reconocible, que bebe de fuentes tan dispares y abiertas como la fotografía experimental, modelo de estenopeica y la fotografía tradicional propiamente dicha, sino que además, crea un estilo de vida basado en toda esa apertura de conceptos, de sistemas visuales, que permite no solo la recreación del hecho fotográfico como una nueva forma visual, sino de permitir al fotografo reinvitar su propia mirada personal. Porque sin duda, si algo identifica y conceptualiza la Lomografia, es la libertad. La libertad respecto a normas, la busqueda de una idea visual que pueda ser replanteada para obtener resultados cada vez más hermosos e íntimos. Y sin duda, tal vez replantea la idea de la fotografía como lenguaje visual. ¿Hasta donde podemos llegar en nuestro lenguaje visual? ¿Cual es el limite concreto entre la regla que delimita la imagen y busca una nueva tendencia dentro de sí misma?
Muchas preguntas que formularse, que probablemente solo den lugar a más cuestionamientos, lo cual resulta no solo interesante si no además, valioso para el eterno debate sobre los planteamientos esenciales de una arte técnica en constante evolución como lo es la fotografía.
En lo personal, encuentro la Lomografía refrescante, creativamente hablando: No solo te permite retomar un poco esa magia del film, que muchos consideran de manera equivocada una reliquia artesanal poco relacionada con la fotografía actual, sino que además, crea un hecho fotográfico único: el replanteamiento de lo que consideramos concreto y dogmático, en busca de ideas nuevas que nutran no solo nuestro lenguaje fotográfico sino nuestra particular visión del mundo de la imagen. Una nueva manera de crear.
¿Y en cuanto a mi? Sigo llevando en mi cartera mi Diana Mini, cargada con el sempiterno rollo ASA 100 en blanco y negro. Continuo soñando con encontrar esa imagen inusitada, esa manera de interpretar la realidad de una forma única. ¿Es una moda todo esto? Probablemente, pero no es por cierto, una manera interesante de plantear la idea fotográfica comenzar a comprenderla no solo como una disciplina rigurosa sino como una idea social, una forma cultural? Conserva la idea, crea la imagen, habla de tu mundo. Un dia a día visual.
C' est la vie.
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