Hay objetos, marcas e incluso momentos que forman parte indeleble de la cultura popular. Obviamente, no digo nada que no sea de conocimiento general, pero cuando analizas la idea, comienzas a descubrir una serie de pequeños hitos en tu vida cotidiana creados por ese mercado de lo cotidiano, de lo de todos los días: Los zapatos que simbolizan la juventud, la ropa que te hace ver más relajado, el corte de cabello que te hace sentir joven y deseable. Y al final del día, encontramos que cada cosa que usamos, vestidos y comemos, tiene un sentido, una herencia cultural que va más allá de su simple utilidad. Una especie de mitología de lo consumible, en la que pocas veces reparamos.
Hago toda esta reflexión porque la semana anterior cometí uno de esos desatinos que a veces son por completo inevitables: le acepté a mi padrastro que me obsequiara una motocicleta Vespa. Y no lo hice, únicamente por la idea que que supone un medio de transporte ligero en una ciudad como la mia - de hecho, dudo que la conduzca más allá de seis o siete cuadras cerca de casa - sino por lo que simboliza en mi mente: esa ternura, esa alegría, ese sabor de la aventura a pequeña escala. Y es que la Vespa, con su diseño casi femenino, sus colores brillantes y su relativo bajo costo, al menos en comparación con otras grandes marcas de motocicletas, ha creado una imagen romántica casi invencible. Después de 50 años de comercializarse, Vespa continua siendo referencia, no solo a nivel automotriz sino de ese otro deseable elemento que forma parte de la imaginaria popular: el arte de tener historia por derecho propio.
De la Vespa y otros pequeños delirios.
Una chica conduce a través del tráfico tumultuoso de esta Caracas de principios del siglo XXI en un mediodía cualquiera, de esos días insoportables, amarillos y radiantes, del verano interminable del trópico. Maniobra, intenta abrirse paso entre el resto de los vehículos, pero no lo logra. De manera que frustrada, golpea el volante. Aguarda, mordiéndose los labios. La temperatura aumenta, el vaho del sol inclemente destella en el asfalto. La ciudad se hace más inhóspita que nunca, más abrumadora y agresiva.
Y de pronto, como una especie de espejismo en medio del caos urbano, una Vespa blanca, conducida por un joven de aspecto sonriente pasa a su lado. Nuestra protagonista lo mira, un poco desconcertada: aquel hombre, vestido con esa libertad de quienes solo desean comodidad, con el cabello aun húmedo, la sonrisa traviesa, parece inmune al calor, a la confusión, a la cacofonía de corneteos, al simple ambiente malsano del tráfico arremolinado en una calle cualquiera de esta capital furiosa. El hombre maniobra con facilidad, esquiva autos y pequeños baches de la calle, y en algún momento - un momento casi mágico, piensa ella, asombrada por su propio desparpajo - emerge entre el metal ardiente y el brillo del sol, junto a su ventanilla. Ella continua mirándolo: los ojos muy abiertos, entre divertida y conmovida. Él parece tan cómodo, tan aliviado de la pequeña locura que lo rodea, tan simplemente seguro de su lugar bajo el sol. Entonces, nuestro amigo sonrie, como asombrado por la atención de ella, quizá sin comprenderla del todo.
- ¿Todo bien? - pregunta. Y su voz se escucha clara, a través del bullicio. Ella piensa que todo alrededor de este hombre, parece tan relajado y hermoso como la vespa Blanca, reluciente y como venida de otro tiempo, en la que va montado. Suelta una pequeña carcajada.
- Adoro las vespas - explica. Como si fuera lo más normal del mundo. Como si esa sola palabra, explicara el motivo de aquella conversación inverosímil, de la escena completa que pareciera ser irreal. Pero él la comprende: ella tiene la impresión que hay un segundo de intimidad, de absoluta comprensión. Y más aun, cuando él se inclina hacia la ventanilla y la observa con atención. Con atenta calidez.
- ¿Quieres dar un paseo ? - pregunta. Ella lo mira, sin responder. Suelta una carcajada. Mira a su alrededor: la realidad se revuelve, inquieta, con sus trinos y brillos violentos. El tráfico detenido, los rostros sudorosos y de mal humor. Ella intentará explicarle que no puede, que es una locura, que solo se trata de un juego sin sentido en medio de una escena que comienza a resquebrajarse por los bordes. Seguro que un poco después, la Vespa se verá en toda su gloria polvorienta, medio destartalada, la pulitura resquebrajada. O el heroe de jeans, será solo un sujeto, otro cualquiera que simplemente miró a una extraña por curiosidad. Nada de magia, nada de belleza. Pero el momento no parece acabar nunca y de pronto, ella lo comprende: puede no terminar.
- Claro!
Ella misma se sorprende de su voz respondiendo. Saltarina y llena de energía. Apaga el motor del automóvil, toma la cartera, y sale, a mitad de esta autopista repleta. Rodeada de ese brillo chirriante de una ciudad que abrumada por el desastre de todos los días. Pero ella, con el cabello despeinado, los zapatos en la mano, y riendo en voz alta, esta ajena a todo eso. Cuando se sube a la Vespa y se sujeta a la cintura del risueño desconocido, todo es magia, todos son sonrisas. Y quizá un poco de esa ternura de lo que soñamos, de lo que forma parte de esa lugar de nuestra mente donde habita esos pequeños deseos inconfesables y puramente ingenuos.
Pero ella no piensa en eso, mientras se aleja, radiante, dejando atrás los cornetos, el caos. Para ella, la aventura comenzó con una sonrisa.
Que bonita historia ¿no es así? Pues debo confesar a mis amables lectores que es real, al menos en parte. Por supuesto, sin tantos matices y un poco más de realidad, le ocurrió a una amiga que por supuesto, no llegó a montar la Vespa del desconocido, pero si sintió esa simple evocación que al parecer la Vespa despierta. Y es que de hecho, me contó la anécdota cuando comenté que me acababan de obsequiar una: de inmediato, me relató todo con esa alegría, ese gran alborozo ingenuo que la idea de la motocicleta suele despertar. Me sorprendió y me encantó el tono, no solo porque la historia me pareció absolutamente encantadora, sino porque además demuestra esa sensación que yo misma experimenté cuando decidí aceptar la Vespa: hay un elemento de pura ternura en la imagen de la Vespa, de pura melancolía. Una idea completamente irracional, por cierto, pero tan válida como cualquier otra.
Tal vez habría que revisar un poco la historia de la Vespa para comprender de donde viene toda esta concepción tan ideal sobre ella: Como marca y producto, la Vespa nace en los convulsos años de la Segunda Guerra Mundial, intentando cubrir un nicho de mercado muy especifico: La del conductor de Motocicletas doméstico. Hacia el final de 1943 la idea era ofrecer un producto de bajo costo para un mercado lo mas amplio posible, que englobaba tanto padres de familia hasta incluso mujeres, un segmento de mercado que por entonces era por completo inexistente dentro de la Industria automotor. No obstante, la intención era vender, en tiempos especialmente convulsos a nivel económico y esto llevo a Enrico Piaggio a comenzar de nuevo la producción: Una motocicleta de cilindrada media, construida con partes de metal de desecho. Porque durante los primeros años, la Vespa fue una curiosidad, una pequeña pieza automotriz sin verdadero valor en el mercado.
De hecho, todo lo relacionado con la Vespa, tiene un poco ese aire desenfadado_ Este primer prototipo diseñado por el ingeniero Renzo Spolti fue conocido como MP5 (moto piaggio 5) y fue apodado “paperino” es decir Pato Donald. Entre las especificaciones de esta moto se encontraba un motor monocilindro 2 tiempos de 98 cc de cilindrada. Los cambios eran por variador continuo de velocidad y la tranmision era por cadena o cardan. La velocidad máxima que desarrollaba esta moto era de 60 km/h. La suspensión era mediante dos soportes tubulares con muelles mientras que los frenos eran de tambor. Debido a que este diseño no había gustado lo suficiente se le encargo la tarea a Corradino Dáscario de fabricar algo diferente con nuevos avances tecnologicos y un diseño mas vanguardista asi nacio la MP6
D`Ascario no era amante de las motocicletas, y tal vez por eso, construyo algo sumamente original gracias a sus conocimientos en aeronáutica; crea un vehiculo con chasis autoportante con palanca de cambios en el manillar.Además, la rueda trasera se ocupa de la tracción y de esta forma se crea un grupo rueda motor extremadamente original. La suspensión de estilo de un tren de aterrizaje facilitaba el recambio de la rueda de la Mp6 Su motor monocilindro de hierro con cabeza de cilindro de aleación poseia una cilindrada de 98cc; y una velocidad maxima de 60 km/h. La suspensión era elastica con muelles de acero en la rueda delantera y almohadillas de caucho en la trasera y el motor. Los frenos eran de tambor.
Para 1947 se largo la segunda serie de la vespa 98/ II con un numero de 16500 unidades con cambios en el diseño como en aspectos técnicos y funcionales como el cambio de lugar del tapon de combustible y se habia reducido el tamaño del guardabarros delantero para facilitar el cambio del neumático.
También en 1947 se consturuye la primera moto de carreras: la Vespa Corsa; esta provenía del modelo estándar pero tenia un carenado en forma de burbuja mas pequeño asi como un manillar mas pequeño, se quito la bocina y el asiento se situó mas atrás. El motor monocilindro 2 tiempos, con cilindro horizontal y cabeza de aluminio y unos 98cc de cilindrada.. Lograba una velocidad máxima de unos 80 km/h.
En 1951 sale al mercado la Vespa Siluro que fue fabricada para desafiar la mas prestigiosa pueba de velocidad de un kilometro. Consistía en un a vespa con un motor con dos pistones horizontales opuestos unos 17.2 cv a unas 9500 rmp y gracias a esto batio todos los records; recorrio los il metros en unos 21.4 segundos y una velocidad media de 171.1 km /h . El motor dos tiempos estaba conectado por dientes y cada cilindro tenia un carburador esta vespa poseía radiador. Este modelo calzo por primera vez unos neumaticos 3.00-10 “ realizados especialmente por Pirelli para las pistas
En este mismo año salio un modelo de la 125cc.; mas comoda que las anteriores por poseer amortiguador delantero hidraulico la principal diferencia era el sistema de cambios que ahora era por cables:
Desde un punto de vista estético el faro trasero paso de redondo a una forma mas rectangular y el sillín tenia a un color y diseño nuevo. En este modelo se presento las suspensión nueva; que consistía en espirales helicoidales y amortiguadores hidráulicos con sus clasicas llanats de 8 pulgadas y sus frenos de tambor.
¿Y actualmente?
Entre el 2001 y el 2006 salieron modelos como la Vespa Gran Turismo, la Vespa LX, la LXV, la GTV, la GTS, entre otras. Para culminar la gama; Piaggio ha sacado una edición limitada por el aniversario de sus 60 años las vespas GT-60 y la LX-60.
Entre la caracteristicas mas notorias presenta un manillar tubular cromado a la vista, asiento de dos plazas con doble módulo en piel auténtica, instrumentación de líneas retro, faro sobre el guardabarros delantero, porta paquetes cromado: en el modelo GTV se retoman todos los detalles que han hecho de Vespa un mito.
Con respecto al diseño diseño: la Vespa GTV tiene un look absolutamente inconfundible y retoma todas las características esenciales de los modelos Vespa de primera generación: proyector delantero colocado sobre el guardabarros, asiento de dos plazas de doble módulo en piel auténtica y con costuras dobles, manillar tubular cromado, bombas de freno cromadas, cupulilla transparente, instrumentación analógica de línea retro y display digital con reloj y pilotos de señalización, porta paquetes con tapa cromada.
Con especto al equipamiento, el propulsor Quasar de inyección electrónica, además de respetar el ambiente (homologado Euro 3" también es fiable, potente y económico en la gestión. El equipo de frenado tiene unas dimensiones generosas (discos de Ø 220 mm) y permite un frenado decidido y seguro en cualquier condición del asfalto.
De manera que Vespa, como marca y producto ha crecido y se ha hecho parte de la historia del automovilismo por derecho propio. Aun así, pocas marcas podrían presumir de hacer sonreir a una caraqueña a mitad del tráfico enloquecedor de la ciudad, o aun más, hacerla soñar con una aventura sobre dos ruedas con un hombre de sonrisa risueña, a bordo de una Vespa radiante, como símbolo de esos pequeños sueños triviales - pero llenos de simbólica importancia en nuestra mente- de los que todos disfrutamos a diario.
C`est la vie.
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