sábado, 2 de junio de 2012
El final de rencor: Cuando reír te libera o el final de las historias tristes.
Hoy iba a hablar en el Aglaworld de otro tema ( que tocaré mañana, creo, es un tópico suculento ). Pero me ocurrió algo que de alguna forma, marca un antes y un después en un ciclo que le llevó un tiempo más que prolongado terminar. Y comprendí que había terminado por un gesto tan sencillo como elemental, tan primitivo como definitivo: una carcajada.
Hace más de un año - sorprende como pasa el tiempo - , tuve un percance de esos más o menos graves que suelen afectar a los adultos jóvenes como yo. Comencé una sociedad comercial que no solo jamás funcionó, que me demostró lo bastante poco práctica que resulta mi ingenuidad en estos tiempos que corren. No obstante, lo más doloroso del tema no fue la perdida de dinero - que existió -, ni tampoco la serie de incomodidades que un proceso semejante supone. Lo que más me afectó, como idealista que soy, como quijote torpón, fue comprender cuando puedes equivocarte en tu juicio hacia los demás y cuanto puede afectarte que alguien en quién confíes no solo traicione esa confianza, sino que además desvirtúe algunas ideas sobre amistad, confianza y fe personal que creíste bastantes concretas. Pero el caso es que la situación no solo me permitió madurar, sino de alguna forma crecer y más importante aun, comenzar a mirar mi vida como una serie de ideas que se comienzan a construirse y me están brindado la oportunidad invaluable de aprender. Cualquiera sea el caso, fue un trago amargo, pero estoy convencida que necesario.
Por ese motivo, me sorprendió, que un año después, una de las personas involucradas en la situación, me lanzara un insulto directo y muy malsonante a través de una red social. El mensaje - cargado de una venenosa malicia muy parecida a frustración - me tomó por sorpresa. No solo esa persona había dejado de formar parte de mi vida, sino que de hecho, para mí simplemente se desvaneció en lo cotidiano, en lo simplemente sencillo. Como expliqué, la incomoda situación que atravesé no solo me hizo madurar, sino que además comenzar a comprender toda una serie de conceptos que de pronto, tomaron sentido. De manera que al leer aquel insulto de niña, aquella provocación gratuita, de súbito entendí algo muy concreto: el malestar, la angustia, la decepción había terminado hace tanto tiempo que solo pude reír.
Y reí, por sentirme liberada, de toda sensación de pesadumbre, de cualquier idea que pudiera tener relación con aquella historia. Reí, porque de pronto, comprendí aquella vieja frase que nunca fue muy clara: "El resentimiento es un veneno que te tomas, esperando que le haga daño a otro". Y reí por sentirme en paz. Por súbitamente entender que mi vida del día a día, corre fuerte y consecuente, se construye a diario, se crea cada día. Es el poder de la imaginación, la necesidad de creer y confiar. Reí, al comprender la maravilla de poder ver la vida de una manera amplia, casi feroz en belleza. Y cuando respondí el mensaje - porque lo hice, por supuesto, en una especie de expiación risueña, una brillante sensación de culminar todo en un único gesto - supe que sería el final. No solo un cierre de capitulo, sino el hecho de poder mirar desde afuera una historia desagradable, un abrupto y doloroso camino hacia más allá de mi misma. Sentir que el tiempo no corre en vano y que la madurez, es sin duda una forma de felicidad.
A veces, mirar tu propia historia puede ser inquietante. Me ha ocurrido en ocasiones, tener esa sensación de desconcierto, al mirar hacía atrás., al analizarme desde una cierta perspectiva critica que no deja de ser incluso dolorosa. Pero hoy, mirar mi propia historia me proporcionó una intima sensación de fe. De alegría quizá, o probablemente la convicción que crecer es un recorrido duro, pero gratificante hacia una idea más concreta de mi misma y tu manera de ver el mundo.
C'est la vie.
2 comentarios:
Me parece muy bien, la vida es simple, aunque no se crea, el que complica la vida es uno mismo.
Nos enrollamos en situaciones en donde nuestro ser es el que le busca la quinta pata, empezamos a crear historias en donde el guion que nos hacemos no necesariamente es el mismo del otro ser, por ende nos complicamos, cuando logramos poder ver eso desde otro entorno y vemos lo fácil que es salir, antes no nos dábamos cuenta.
Exactamente Maoix. Y me dí cuenta, que esa simplicidad es hermosa. Cerrar un capítulo desagradable como lo fue este en mi vida, es probablemente una de las cosas más bellas que me ha pasado últimamente. Sorprende, como ocurren las cosas.
Muchísimas gracias por leer y comentar.
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