martes, 10 de julio de 2012
De la locura a otras nimiedades: como he sobrevivido al desorden en cuatro pasos
Soy desordenada. Eso lo debe haber deducido sin duda, el amable lector de estas apresuradas memorias, o simplemente lo debo haber mencionado un par de veces en algún momento. El caso es que lo soy y me lleva un esfuerzo tremendo llevar cierto orden: tengo cierta tendencia a lo caótico, desde en mi ritmo de vida hasta mi manera de organizar mi tiempo, lo que hace que la mayoría de las veces me hace encontrarme en situaciones más o menos critica: sin ropa limpia - o al menos presentable - que vestir en los peores momentos, con la agente de números telefónicos convertida en un desfile interminable de user de alguna red social o apodos inentendibles, hasta verdaderas emergencias monetarias. Con todo, el desorden me ha traído un aprendizaje, como sobrevivirle. Y eso es sobre lo que deseo escribir hoy.
¿Es posible sobrevivir al desorden? Tal vez. Parecerá irrisorio pero realmente, en medio del caos existe cierto ritmo, cierta idea de coherencia que permite a los convivimos en él, encontrar un equilibrio. Bastante precario pero equilibrio al fin. Y cuales son los pequeños trucos que me han permitido esta supervivencia frágil? No son muy complicados pero sin bastantes útiles, y se pueden resumir así:
1) Tu sitio de trabajo, tu desorden, tu orden:
Por supuesto hay una idea concreta que todos tenemos bastante clara, por más caóticos que seamos, tenemos un orden propio en todo lo que hacemos. Y con el profesional del desorden, esto no es diferente. No obstante lo gracioso que pueda parecer, incluso la mente más caótica, tiene una manera de organizarse que para su personal eterno, es por completo efectiva. De manera que intenta encontrar cual es la tuya: ¿Tienes tus implementos de trabajos en un lugar accesible y cómodo? ¿Tus libros organizados bajo algún tipo de pauta personal? ¿Tus lapices y pinceles ordenados casi de manera primorosa en medio de papeles y cajas abiertas? Encuentra y disfruta tu propia pauta y sobre todo, comprende que aunque no sea evidente para nadie más, ese orden, sutil y personal, es parte de tu personal visión de trabajo.
2) No dejes todo a la memoria:
Soy de quienes olvidan cumpleaños, fiestas y otras fechas de guardar. Peor aun, en mis años universitarios, olvidaba las fechas de los exámenes y en varias ocasiones me sucedió que me presenté a rendir algunos antes de lo que indicaba el calendario. Distraída o desordenada, el caso es que me llevó un poco de esfuerzo - y alguna cantidad de traspiés bastante incómodos - comprender que uno de mis principales problemas era dejar todo a la memoria. Así que comencé a llevar pequeñas agendas a mano - método de memorización por excelencia - o dejar notas visibles por lugares por los cuales pasaría inevitablemente. Poco a poco, la costumbre se volvió hábito y he de reconocer que me facilitó mucho las cosas: con la era digital, he logrado organizar mi agenda y otros temas importantes con suma facilidad y sobretodo, he logrado encontrar una manera efectiva de no perder jamás una fecha importante por mero caos. Aunque continúa sucediendo, claro está, aunque no con tanta frecuencia como antes.
3) Caótico sí, sucio no:
Tal vez para alguien más sea distinto, pero para mi el desorden no incluye necesariamente poca limpieza. De hecho, siempre procuro que la madera de mi escritorio este pulida, las sábanas de mi cama limpia y todos mis implementos de trabajo siempre en relativo buen estado. Eso me ha ayudado a que de cierta manera mi caos no sea otra cosa que esa renuncia mía a llevar un orden convencional. Pero si tu desorden incluye también un poco de mugre, tendré que sermonearte un poco: intenta que al menos la mayoría de tus implementos de trabajos estén lo suficientemente limpios para no dañarse o sufrir desperfectos. Cuida que donde sea que trabajes ( ya sea escritorio, mesa de trabajo o tu cubículo ) esté lo suficientemente despejado como para que la suciedad no signifique otro problema además del desorden. No olvides que finalmente el caos es una manera de entender tu propia mente - tanto como lo es el orden - pero la suciedad solo contribuirá a que todo te sea un poco más complicado si se te va de control. Fin del molesto sermón sobre la limpieza.
4) De vez en cuando, deja de resistirte al orden:
Hasta los más desordenados y caóticos, llegan a un cierto limite: a mi me ocurre cuando me encuentro rodeada de todo tipo de vasos y tazas, platos con trozo de comida - con sus respectivos cubiertos - papeles, trozos de negativos y todo tipo de objeto que se haya ido acumulando con el correr de los días ( en ocasiones semanas ), de manera que he comenzado a tomar medidas para evitar el paroxismo del caos: escojo un día donde ordeno lo mejor posible - en todo caso despejo los lugares álgidos de mi espacio personal - y me dedicó a arrojar a la basura todo lo que evitará que el caos pase de un saludable desorden a una especie de vorágine incontrolable. El método me ha resultado bastante bien: aunque todavía hay momentos en donde de pronto el desorden parece ser una especie de hidra de mil cabezas llenas de empaques de dulces, hojas a medio escribir, libros, revistas, periódicos y trocitos de papel intentando tragarme, la mayoría de las veces mi lugar de trabajo y mi casa en general tiene el aspecto de un amistoso caos con el que puedo lidiar.
¿Consejos sencillos? Sin duda, pero debo decir que luego de luchar durante casi toda mi vida con el desorden estas pequeñas tretas me han permitido sobrevivir sin dejar a un lado ese caos que en ocasiones, es casi una manera de otorgar sentido a una parte muy personal y divertida de mi mente.
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