lunes, 29 de junio de 2015

El ABC del fotógrafo curioso: ¿Cuales son las decisiones que todo fotógrafo debe tomar alguna vez?





La fotografía es, sin duda, la suma de los elementos que la crean y la sostienen: desde la mirada del autor hasta el mismo hecho de ser una ciencia/técnica relativamente joven, la creación visual es una síntesis de interpretaciones sobre la realidad. Ya sea desde el documental en estado puro hasta la reflexión sobre lo conceptual, la fotografía tiene la capacidad de crearse así misma, de definir sus valores y limites desde esa noción sobre lo que se mira y cómo se interpreta. Más allá de eso, la imagen construye un lenguaje de símbolos y metáforas esencial, que no sólo refleja quienes las opiniones y reflexiones de su autor, sino también esa noción sobre el hecho fotográfico general. Como si se tratara de un ciclo recurrente, la fotografía parece nutrirse no sólo de su identidad como género artístico sino como idea en constante evolución.

Por ese motivo, al momento de analizar la fotografía como profesión, como arte e idea, surgen una serie de posibilidades, en ocasiones contradictorias, sobre como asumir el hecho fotográfico e incluso, como interpretarlo desde una perspectiva personal. Y es que la fotografía posee la cualidad única de crear su propio método de aprendizaje a medida que se crea como experiencia creativa. A medida que se nutre en la experiencia de quienes la asumen como parte de su lenguaje privado, la fotografía se transforma en una reflexión cognoscitiva personal. Una percepción muy clara sobre las ideas visuales de quien crea la imagen y sobre todo, de la forma como percibe su entorno y su capacidad estética.

Así que cuando se cuestiona cual método creativo, educativo e incluso estético es mucho más válido al momento de aprender a fotografiar o madurar en nuestro planteamiento visual, es necesario comprender que la fotografía es mucho más que la suma de esas percepciones esenciales. En otras palabras, la fotografía — y la capacidad de la imagen como idea y reflexión compleja — no sólo incluye lo que la fotografía se comprende como arte y técnica, sino la percepción intima de cada fotógrafo. Es entonces cuando esa combinación de percepciones crean una idea por completo novedosa sobre lo que el aprendizaje fotográfico puede ser, que no siempre puede coincidir pero igualmente válida. No obstante, de esa mezcla parece surgir de la idea de la fotografía en constante evolución y esa dimensión interpretativa sobre lo que es — y puede ser -, que por años ha creado una cierta percepción confusa sobre lo netamente fotográfico. Una terreno brumoso entre lo que asumimos la imagen construye y el hecho creativo en estado puro.

De manera que, al momento de preguntarse ¿Cual es el mejor método para llegar a la madurez fotográfica? ¿Cual es la mejor decisión que el fotógrafo debe tomar al momento de elaborar una idea fotográfica? la respuesta a ambas preguntas no parecer ser una sola ni tampoco, una concluyente, lo que hace necesario meditar sobre los motivos por el cual se crea y sobre todo, lo que hace a esa creación visual valiosa. Luego de varias semanas de reflexionar sobre el tema, hacer preguntas a fotógrafos con mucha más experiencia que yo y sobre todo, analizar las opciones desde un punto de vista personal, creo que esa disyuntiva podría resumirse en varias opciones muy especificas, como las siguientes:

* ¿Lo autodidacta o lo académico?
Por diez años, aprendí fotografía de manera esencialmente autodidacta. No sólo porque en mi país la educación fotográfica es costosa y por mucho tiempo, muy exclusiva, sino porque además, concebía el hecho de fotografiar como una idea esencialmente personal. De manera que por buena parte de mi adolescencia y primeros años de la veintena, aprendí a fotografiar a la manera antigua digamos: lo hice casi a diario, probé todo tipo de métodos y recursos, experimenté siempre que pude, fui la asistente de algún que otro fotógrafo profesional y también, analicé mis propios errores y aciertos de la manera más crítica que pude. El resultado fue que a pesar de jamás haber asistido a una clase de fotografía formal, tenía buenos conocimientos sobre lo que a la técnica y al visión se refiere.

No obstante, a pesar de eso, comencé a tropezarme con ciertas limitaciones evidentes, fruto del hecho que de alguna manera, llegué a la frontera de esa noción de la fotografía como técnica y teoría. A pesar de mis esfuerzos y mis buenas intenciones, comenzó a preocuparme que gran parte de mi trabajo fotográfico eran variaciones del mismo tema — y de las mismas técnicas — y que mi reflexión fotográfica parecía haberse detenido en algún punto. Fue entonces, cuando tomé la decisión de asistir a una clase de fotografía. Lo hice, a pesar de la sensación un poco abrumadora de recorrer un camino visual y artístico que ya conocía lo suficiente pero consciente que necesita corregir ciertas ideas y percepciones que hasta entonces, me habían resultado absoluta. Recuerdo que me llevó meses de reflexión tomar la decisión. De asumir el hecho que mi trabajo fotográfico necesitaba mejorar, evolucionar, profundizar en su idea elemental. Finalmente, lo hice a regañadientes: me convencí que sólo se trataba de re confirmar algunas ideas y continuar mi propio camino fotográfico.

Lo que ocurrió fue algo a mitad de ambas cosas: porque estudiar fotografía me permitió no sólo analizar mi trabajo visual desde un punto de vista por completo nuevo sino atreverme a rebasar mis propios prejuicios e ideas preconcebidas. Crecí, maduré y asimilé todo tipo de concepciones novedosas que crearon una percepción original sobre lo que hasta entonces, había sido mi propuesta visual. Además, corregí todo tipo de errores técnicos que por años, había entorpecido mi desempeño fotográfico. Por último, tanto el método como la comprensión de la creación visual como profesión me brindó la oportunidad de re formular mi planteamiento fotográfico desde el origen.

Por tanto, confía tanto en tu educación como autodidacta y también, en esa comprensión de la fotografía desde lo académico. Recuerda que la mayoría de los fotógrafos comenzaron siendo por completo autodidactas: Después de todo, las escuelas de fotografía y sobre todo, los métodos de enseñanza concretos con respecto a sus aspectos básicos son de data relativamente reciente. Así que buena parte de los fotógrafos actuales comenzaron fotografiando por mero instinto, aprendiendo de sus errores y aciertos y en esencia, construyendo una experiencia personal con respecto a sus nociones fotográficas. Lo cual, claro está, crea una percepción sobre el aprendizaje muy personal y sujeto a cierta estructura a la cual el fotógrafo otorga un enorme y necesario valor. Y es que el conocimiento autodidacta no sólo se elabora a partir de la visión del fotógrafo con respecto a lo que desea crear fotográficamente sino como desea expresarlo, lo que produce una mezcla esencial sobre como asumimos el quehacer fotográfico.

Por otro lado, la fotografía como recurso académico, brinda al fotógrafo no sólo la oportunidad de perfeccionar su técnica sino además, aprender todo lo que necesita sobre lo que la fotografía puede ser como instrumento de expresión visual. Además, la enseñanza fotográfica metódica — o lo que es lo mismo, aprender a través de la práctica supervisada — brinda al fotógrafo la oportunidad de asumir la fotografía como un arte y técnica capaz de evolucionar, nutrirse del conocimiento de otras experiencias fotográficas y además, profundizar en conceptos esenciales. Un dimensión por completo nueva de esa experiencia autodidacta que todo fotógrafo desarrolla a lo largo de su experiencia visual.

¿Cual es entonces el método correcto entre ambas percepciones para aprender fotografía? Muy probablemente, la respuesta sea ambos. No sólo porque tanto la visión autodidacta como la académica se complementan, sino que permiten un replanteamiento de lo que la creación fotográfica puede ser. En otras palabras: el conocimiento autodidacta, aunque valioso y elemental al momento de elaborar un planteamiento visual sólido, necesita no sólo reforzarse, sino depurarse y corregirse. Además, tanto lo autodidacta como lo académico son alternativas por completo válidas, pero fragmentarias, en la medida que ninguna de ellas garantiza por si sola, el aprendizaje fotográfico profundo y estructurado. Por lo cual, se hace necesario no sólo esa noción de que ambos de la educación fotográfico son no sólo necesario sino incluso imprescindibles al momento de crear una percepción fotográfica concreta como creadores visuales.

* ¿Film o digital?
Actualmente esta disyuntiva, tiene una única respuesta: el mundo digital ha convertido el planteamiento tradicional de la fotografía en una idea minoritaria y en toda una rareza técnica. Y es que la inmediatez, accesibilidad y la llamada democratización de medios fotográficos, ha convertido a la fotografía digital en una tendencia casi absoluta dentro del mundo fotográfico. Además, por supuesto, nadie puede negar que la tecnología Digital brindó toda una nueva dimensión y profundidad a la fotografía como testigo de nuestros tiempos y sobre todo, como reflejo de la historia que se construye a diario. Cada día, la fotografía no sólo se transforma en una manera de comprender al mundo sino en un reflejo de sus cambios y transformaciones. Una comprensión novedosa de lo visual como instrumento narrativo y estético por derecho propio.

No obstante, la fotografía en film continúa formando parte de la fotografía no sólo como comprensión del desarrollo de la idea visual esencial, sino el método más inmediato para comprender la fotografía como hecho artístico. Sin duda la fotografía en Film es incapaz de competir con la rapidez y la versatilidad de lo digital, pero es justo el elaborado proceso visual y cognoscitivo de la fotografía tradicional lo que brinda al fotógrafo la oportunidad de comprender que la fotografía es un tipo de creación artística. El hecho de concebir la imagen desde mucho antes de la creación fotografía y elaborar una noción sobre lo artístico basado en la idea esencial del documento visual, hace de la fotografía en film esencial para comprender el motivo por el cual fotografiamos. Más allá, la idea que sostiene todo nuestro planteamiento fotográfico y la manera como asumimos nuestra idea visual.

* ¿La referencia fotográfica o la referencia artística?
En una ocasión, uno de mis profesores me dijo que lo peor que podía ocurrirle a un fotógrafo era el canibalismo fotográfico, en otras palabras, sólo tener referencias fotográficas a la hora de fotografiar. Y es que la mayoría de los creadores visuales estamos convencidos que la inmediata fuente de conocimiento y creación visual, es claro está, el trabajo de otros fotógrafos que admira. Desde sus técnicas hasta sus fotografías emblemáticas, la propuesta de los grandes maestros fotográficos parece ser el limite y el rasante a a través de la cual se comprende el mundo fotográfico. Y no obstante, debido a eso, la noción sobre lo que fundamenta el planteamiento fotográfico como expresión estética y artística, puede verse restringido e incluso infravalorado. No sólo por el hecho de crear una comprensión sobre la fotografía desde un único punto sino como una distorsión en cuanto a la consideración de hecho fotográfico como algo más que un documento en estado puro.

Además, la fotografía como arte y creación, se nutre no sólo de los elementos que le son comunes sino los dispares y contradictorios. Y es que la creación fotográfica no sólo trata sólo de lo que la cámara puede captar, sino de esa percepción amplia sobre lo que crea la imagen como resultado final. La inspiración fotográfica puede — y debe — provenir de cualquier elemento y punto de vista: Desde obras de arte de diferentes disciplinas, percepciones sensoriales e incluso, perspectivas complejas sobre el mundo que se intenta captar. Esa multiplicidad de referencias y conceptos sobre la fotografía no sólo enriquecerá la reflexión artística del fotógrafo sino que le brindará una nueva profundidad y consistencia. Una nueva perspectiva en el análisis de la creación fotográfica como arte y sobre todo, como perspectiva individual.

* ¿Con Retoque o Sin retoque post toma fotográfica?
Hace unos años, un fotógrafo me insistió que la fotografía debía ser mostrada en “estado puro”, en otras palabras, sin ningún tipo de retoque más allá de las decisiones técnicas que tomó al momento de captar la toma. Me explicó que la fotografía “De verdad” era un reflejo exacto de la realidad y que además, una visión estricta sobre el hecho que intenta mostrar como expresión visual. Además, agregó que cualquier fotógrafo que utilizara el retoque digital o de cualquier otro tipo para transformar la fotografía obtenida desde la toma original, no sólo “destruía el concepto fotográfico esencial” sino que también le restaba valor “a la fotografía tradicional”.

Lo escuché todo en silencio. Cuando finalmente terminó de exponer su larguísimo y aparentemente contundente argumento, le pregunté si sabía en que consistía el trabajo de un laboratorista tradicional. Lo que hacia como parte de su trabajo sobre el resultado fotográfico en film y sobre todo, las implicaciones que tenía la rutina que llevaba dentro del cuarto oscuro.

— La copia no tiene el mismo sentido que el retoque digital — me insistió de inmediato — el laboratorista respetaba en lo que podía el resultado original de la fotografía. Las decisiones sobre luz y sombra no modificaban el resultado final.

Le pregunté entonces si había escuchado hablar sobre las largas instrucciones que Cartier Bresson incluía al momento de copiar sus imágenes. O los detallados mapas sobre como destacar determinadas ideas fotográficas que incluían fotógrafos como Richard Avedon y Diane Arbus al llevar al papel su trabajo visual. Me insistió que no se trataba de la misma idea, y que a pesar de todas esas nociones sobre la modificación del resultado fotográfico en el cuarto oscuro, la fotografía tradicional siempre conservaba un elemento de realidad consistente. Que a pesar de eso, seguía siendo un reflejo del mundo de las cosas y elementos reales.

— El retoque digital es una aberración y también es una percepción distorsionada de lo que la fotografía debe ser- sentenció. — ¿Conoce el trabajo Henry Peach Robinson?

Como suponía, no lo conocía, lo que parecía dejar muy en claro esa noción tan dura y sobre limitada, sobre los alcances del lenguaje artístico fotográfico. Porque Henry Peach Robinson, reconocido pintor y fotógrafo fue el primer en llevar a cabo lo que actualmente se conoce como el primer fotomontaje de la historia. Pionero de la llamada fotografía academicista, Peach Robinso llevó a cabo en año 1858, muchísimo antes incluso que se concibiera incluso a la fotografía como un arte a pleno derecho, una pieza fotográfico donde transformó la imagen primitiva en una obra de arte por completo distinta. La fotografía resultante — titulada “Los últimos instantes” y donde el artista creo un escenario lóbrego por medio de las modificaciones espaciales de lo captado en la obra original — es una mezcla de negativos distintos en donde se utilizó la modificación de una toma original fotográfica para crear un escenario totalmente nuevo. Todo lo anterior, realizado a través de un cuidadoso proceso en el cuarto oscuro, muy parecido en esencia a lo que se realiza hoy en día a través de programas de retoque digital.

En otras palabras, el retoque de la imagen, ya sea en el Cuarto Oscuro o en el ámbito digital, no modifica el valor de la imagen que se capta. La fotografía resultante posee el mismo valor e importancia como documento fotográfico y sobre todo, como opinión y reflejo de la visión de su autor. Por supuesto, existen excepciones muy concretas, como el documental puro, donde el uso de cualquier recurso digital, puede entorpecer no sólo el resultado final sino la idea concreta de lo que se desea expresar a través del medio fotográfico. No obstante, en lo tocante a la fotografía en general, el retoque digital no es otra cosa que uno de los tantos elementos y herramientas que el fotógrafo puede utilizar al momento de crear su lenguaje fotográfico.

* ¿Mostrar o no mostrar el trabajo fotográfico a través de Internet?
En nuestra época, es casi imposible comprender el mundo de la imagen, sin la utilización de recursos web para su difusión directa. Y es que las redes sociales y plataformas de internet son el recurso más accesible y sencillo, para que cualquier creador visual pueda mostrar su obra a un público mucho más amplio y variado, de como podría hacerlo a través de cualquier otra herramienta. No obstante, la rapidez e inmediatez del mundo virtual es un arma de doble filo al momento de construir un trabajo fotográfico consistente y más allá de eso, asumirlo como parte de una estructura visual coherente.

No sólo se trata del hecho que la difusión del trabajo a través de las redes Sociales y otras plataformas virtuales puede desvalorizar el trabajo fotográfico con perspectivas de ser mostrado en una muestra exposición, sino que además, la web — o su complicada interpretación sobre el derecho de autor — pueden afectar directamente la integridad de cualquier cuerpo de trabajo fotográfico. Desde la perspectiva de un curador fotográfico o incluso, un comisario de muestra artística, el valor del trabajo fotográfico que se muestra en redes se deprecia en la medida que pierda su carácter inédito y sobre todo, su capacidad para sorprender. Una y otra vez se insiste que un cuerpo de trabajo puede perder su valor comercial de cara a su proyección artística formal, desde el mismo momento que se difunde vía web.

No obstante, las redes también tienen la capacidad de ser en si mismas una muestra abierta de altísima difusión. La capacidad de las redes sociales para brindar las herramientas para la expresión y exposición del trabajo fotográfico y artístico en general, no sólo genera un mayor tráfico desde el punto de vista comercial, sino una percepción mucho más profunda sobre la autoría y el desempeño estético. En otras palabras, la fotografía pasa a ser un método identidad para el fotógrafo y una forma de expresión de una manera hasta ahora inédita.

¿Cual es la decisión correcta? depende de tus aspiraciones artísticas y comerciales. Sobre todo, como analices tu trabajo y la manera en que deseas construir su estructura básica. Y es que mostrar tu trabajo — o como lo difundes — es una decisión tan personal como estructural de cómo concibes tu trabajo fotográfico.

Una lista corta, pero que sin embargo resume esas disyuntivas con las que siempre suele tropezarse el fotógrafo como creador visual. Después de todo, la fotografía es una idea que admite múltiples interpretaciones, pero sobre todo, una manera de expresar ideas básicas que se complementan entre sí.

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