lunes, 8 de junio de 2015

El ABC del fotógrafo curioso: De la experiencia y todo lo que un fotógrafo debe hacer para crecer fotográficamente.





¿Sobre qué hablamos al analizar la idea de aprender fotografía?
¿Nos referimos al conocimiento técnico? ¿Al desarrollo de un lenguaje visual? ¿A la creación de una metáfora fotográfica? ¿Nos asumimos como parte de la idea general de lo que la fotografía refleja sobre nuestra mente y capacidad emocional? De hecho, aprender fotografía puede incluir todo lo anterior y también algo más esencial: Un recorrido esencial sobre nuestra manera de conceptualizar nuestro trabajo fotográfico.

Se suele decir que fotografiar es un proceso de aprendizaje continuo, lo cual es cierto. La fotografía, como arte/técnica es lo suficientemente joven como para aún encontrarse en proceso de construcción y elaboración de ideas, lo que sin duda resulta una ventaja pero también, un terreno incierto en el que la experiencia del fotógrafo debe avanzar. Porque siendo que la fotografía se transforma a medida que evoluciona como planteamiento — y lo hace de tal forma que construye una idea concisa sobre si misma — es natural que el aprendizaje evolucione en la misma medida. O ese debería ser el supuesto sobre el cual se basa la idea de la imagen como un documento y una pieza de arte que refleja no sólo el crecimiento del vehículo que la crea sino la capacidad y sensibilidad de su autor. Entre ambas ideas, la fotografía se convierte en un reflejo fidedigno del mundo que le rodea y también del de su autor. Una combinación prodigiosa que brinda a la fotografía su cualidad como documento que se conserva, sino también como construcción esencial de la opinión visual que intenta crear.

De manera que el aprendizaje fotográfico esencialmente es un proceso que se elabora a medida que la experiencia del fotógrafo aumenta, crece y madura. Un trayecto personal que elabora una concepción sobre el arte de fotografiar — y la manera como lo desarrollamos — único y la mayoría de las veces individual. Así que al hablar de las experiencias necesarias que todo fotógrafo debe atravesar a través de la evolución de su trabajo fotográfico, resulta subjetivo y también inexacto, señalar un elemento que sea común a todas las experiencias fotográficas. No obstante, intentarlo supone construir una noción sobre lo que la fotografía puede ser y más aún, de lo que puede reflejar sobre nuestras ideas y percepciones sobre ella.

Entonces, la pregunta crucial en todas las reflexiones anteriores podría ser ¿Existe un conocimiento o experiencia básica que todo fotógrafo deba vivir u obtener? ¿Que lo condiciona? ¿Que implica? Durante algunas semanas, hice la pregunta anterior a varios de los fotógrafos que conozco y lo que me respondieron puede resumirse más o menos, de la siguiente forma.

* Al menos una vez en su carrera profesional, todo fotógrafo debe llevar a cabo una serie personal, artística y conceptual:
Durante las últimas décadas, el auge de la fotografía como profesión ha sido considerable. No sólo se trata de la fotografía como forma de arte y documento, sino la construcción de todo un lenguaje visual comercial que crea un nueva forma de concebir la fotografía. Desde el género de sociales hasta las propuestas netamente publicitarias, la fotografía ha logrado construir una concepción sobre sí misma basada en la capacidad para resultar redituable y sobre todo, comercialmente viable. No obstante esa idea no parece englobar — o no al menos, la mayoría de las veces — el desarrollo visual artístico y conceptual del lenguaje fotográfico de su autor. Una y otra vez, las imágenes parecen repetirse en una sucesión muy parecida que obedecen a requisitos comerciales y publicitarios, más que a una verdadera búsqueda estética y artística del fotógrafo, lo que crea una especie de visión muy superficial con respecto a lo que la fotografía — como arte — puede brindar.

De manera que al menos una vez durante su carrera fotográfica, un fotógrafo debe realizar una serie fotográfica. Dedicar tiempo y esfuerzo a la investigación, desarrollo y profundización de un tema visual. Asumir el peso de la imagen como un documento capaz de expresar opiniones e ideas profundas más allá de su capacidad técnica o su viabilidad comercial. La visión de la fotografía como una expresión estética y artística formal y sobre todo, de su forma de mirar.

* Al menos una vez en su carrera profesional, todo fotógrafo debe hacer revisar su portafolio por un curador o un fotógrafo de mayor experiencia que la nuestra.
Durante mucho tiempo, fotografié sólo por el placer de hacerlo, lo cual es por supuesto muy válido pero eventualmente caótico. Por casi veinte años, acumulé trabajo sin ningún orden ni sentido y posteriormente, me resultó casi imposible ordenarlo de una manera lógica. Y es que nuestra percepción de nuestro trabajo visual, en ocasiones carece de sentido, forma y estructura o lo que es peor, somos muy condescendientes con nuestros propios errores, abstracciones e incluso, con lo que esencialmente no es más que una toma de decisiones artísticas de diversa índole. En el otro extremo, también el exceso de autocrítica puede no sólo entorpecer la forma como ordenamos el cuerpo del trabajo visual que llevamos a cabo. Así que entre ambas ideas, existe una percepción confusa y hasta fragmentada sobre lo que deseamos expresar — o quisiéramos mostrar — a través de nuestro trabajo fotográfico y que muy posiblemente nos lleve un enorme esfuerzo elaborar como una idea única.

Por ese motivo, es necesario que alguna vez, un fotógrafo de mayor experiencia o un curador dedicado al área fotográfica, revise nuestro trabajo y nos brinde la oportunidad de depurar conceptos, estructuras y sobre todo, el mensaje visual esencial que deseamos transmitir. Un ojo experto y objetivo no sólo nos permitirá asumir nuestro trabajo desde un punto de vista muy concreto sino además, meditar sobre las fortalezas y puntos bajos de nuestra percepción fotográfica. En otras palabras: Una mirada desapasionada sobre lo que construimos a través de nuestro lenguaje visual, nos permitirá asumir el peso de nuestro trabajo como conjunto y también, como propuesta individual.

Al menos una vez en su carrera profesional, un fotógrafo debe abandonar su zona de confort:
Una vez leí que la fotógrafa Diane Arbus se obligaba a fotografiar algo por completo nuevo a lo que solía hacer cada pocos meses. No sólo se trataba del hecho que fuera por completo distinto a su trabajo visual, sino que le provocara temor, incomodidad, incluso directamente le desagradara. El habito le permitió no sólo encontrar nuevas expectativas sobre su creación artística, sino re elaborar su propuesta visual más de una vez. Porque Arbus No sólo lo hacia por el hecho de asumir una nueva perspectiva artística, sino por la necesidad de construir una nueva dimensión de su trabajo. Luego de varios años de trabajo fotográfico, ese cambio de dirección, reconstrucción y sobre todo, de comprensión del motivo por el cual fotografiaba — o incluso, el hecho mismo de analizar la fotografía como un hecho personal — permitió a Arbus mantener su trabajo fresco, en constante evolución y siempre sorprendente.

Todos sabemos lo que nos gusta fotografiar y también, los motivos por los cuales lo hacemos. No obstante, la combinación de ambas cosas puede resultar nocivo cuando atenta contra la renovación, transformación y madurez del lenguaje fotográfico como estructura. Y es que el hecho de encontrar un espacio conceptual que nos sea sencillo, puede limitar nuestras opciones al momento de experimentar visualmente o analizar nuevas percepciones sobre nuestra capacidad de creación visual, lo que a la larga puede entorpecer esa idea amplia que todo fotógrafo tiene sobre su propio planteamiento visual y sobre todo, su aspiración como creador artístico, de tenerla.

Así que al menos una vez, desarrolla un trabajo que jamás llevarías a cabo de manera natural. ¿Lo tuyo es el retrato? intenta paisajes urbanos o fotografía documental en estado puro. ¿Tu propuesta visual es minimalista? Práctica llenando los encuadres y probando ángulos novedosos que rompan la regla de una composición mínima. Los resultados te sorprenderán y te demostrarán que tu capacidad fotográfica no es sólo muy amplia, sino probablemente, en constante reinvención.

* Al menos una vez en su carrera profesional, debe tomarse un autorretrato:
Una vez, el profesor Wilson Prada me dijo que a todos los fotógrafos les gusta mirar a través del visor, pero que pocas veces, lo giran para analizarse así mismos con la misma atención con que dedican a lo que es rodea. Luego de casi cuatro años como profesora de autorretratos, comprobé que es cierto: la gran mayoría de mis alumnos — casi todos fotógrafos profesionales con diversos grados de experiencia — jamás se habían tomado un autorretrato hasta llegar a mi salón de clase. Y es que el autorretrato ha sido desmitificado, minimizado y finalmente trivializado como una pieza visual menor dentro de una revolución de la fotografía, que incluye lo que suele llamarse “su democratización”, lo que tiene como principal consecuencia que muchos fotógrafos no consideren esencial ni mucho menos necesario autorretratarse. Mucho más preocupante aún, es que buena parte de los fotógrafos están tan interesados en mirar y observar el mundo a su alrededor que pocas veces, deciden conceptualizarse de la misma manera como lo hacen con sus temas fotográficos favoritos.

No obstante, un autorretrato es una búsqueda de símbolos personales. No se trata de una fotografía hermosa, ni tampoco de una expresión concreta sobre lo que deseas asumir o construir a través de la expresión visual. Es un reflejo de tus opiniones, ideas y reflexiones. Una manera de metaforizar tu propia perspectiva estética, historia, concepción del mundo a través de una idea visual profundamente intima. Un autorretrato no es sólo un documento visual de enorme valor conceptual, sino también personal.

De manera que autorretratate. Asegúrate que se trate de una imagen que pueda simbolizar una parte de tu personalidad y tu opinión y no sólo, una imagen agradable. Esfuérzate por metaforizar tus ideas, tus capacidad de expresión y las ideas más profundas sobre ti mismo a través de una imagen significativa. Es una manera de construir una idea fotográfica nueva y sobre todo muy fuerte, que apuntale tu trabajo artístico.

* Al menos una vez en su carrera profesional, todo fotógrafo debe experimentar con una herramienta fotográfica que le resulte desconocida:
Cuando comencé a fotografiar con mi querida Yashica Mat 124, me desconcerté. No sólo se trataba de una herramienta fotográfica totalmente nueva — se trata de una cámara de Film de doble óptica y con cubo superior — sino que me hizo replantearme todas mis nociones sobre composición, siendo que fotografía en formato medio, lo cual resulta al menos desconcertante si durante buena parte de tu vida fotografiaste desde el frame completo de la cámara 35mm y su encuadre tradicional. La experiencia resultó no sólo gratificante, sino que me permitió analizar mi visión fotográfica desde un punto de vista novedoso: ¿Como interpretar el espacio asumiendo la composición desde un ángulo por completo distinto? ¿Como elaboro una estructura visual que conserve mis intenciones y capacidad de expresión fotográfica a través de una herramienta que me resulta tan complicada como desconocida? Al principio, sentí temor y una enorme inquietud, pero después descubrí que avanzar hacia esa nueva propuesta, construyó un original sistema de valores y visiones visuales que hasta entonces, me había resultado desconocida.

Así que experimenta: asume riesgos visuales siempre que puedas. Fotografía desde ángulos nuevos, desde puntos de vista desconocidos, con herramientas que te sean por completo desconcertantes, plasmando ideas que te sean complicadas o no sean las que manejas habitualmente. Una forma de evolucionar fotográficamente que además, supone un gran aprendizaje visual.

* Al menos una vez en su carrera profesional debe fotografiar en film:
Hay muchas buenas razones para fotografiar en Film, ya sea si dejaste de hacerlo con la llegada de la tecnología digital o te resulte terreno desconocido, pero todas podrían resumirse en que la fotografía tradicional te enseña a pensar fotográficamente. No se trata de un concepto sencillo: la fotografía requiere un tipo de sensibilidad y curiosidad visual que muy pocas veces analizamos como elemento esencial al momento de fotografiar. No obstante, lo es: Fotografiar es una toma de decisiones y una comprensión elemental sobre lo que creas y construyes como trabajo visual, pero también, un reflejo de tu conceptos y referencias creativas inmediatas. Incluso la fotografía más accidental, la que te parece más trivial o superficial, es el resultado de una serie de elementos que integran tu manera de pensar fotográficamente y sobre todo, de elaborar ideas técnicas y visuales. Así que, el método y sobretodo, la elaboración del lenguaje visual en estado puro, te permitirá comprender por qué fotografías como lo haces o lo que es aún más importante, que es lo realmente esencial para ti al momento de fotografiar.

* Al menos una vez en su carrera profesional, un fotógrafo debe leer a los grandes autores que analizan el hecho visual:
Un fotógrafo es ante todo, un gran investigador visual, de manera que necesita construir una idea intelectual y visual consona a su manera de asumir la fotografía. Muchos grandes fotógrafos, realizadores visuales, filósofos y escritores, han dedicado sustanciosos e interesantes análisis sobre lo que la fotografía simboliza, construye y elabora como idea. Las infinitas graduaciones de esa percepción de la imagen como reflejo pero también como documento. De la subjetividad y el objetivo. De la personalidad, de la idea esencial y sobre todo, la motivación de la fotografía como metáfora del pensamiento de su autor. De manera que si intentas profundizar en la idea fotográfica y sobre todo, su importante, es necesario lo hagas también en lo que la fotografía es como proceso y dimensión artística.

Así que al menos, una vez, lee “La cámara Lúcida” de Roland Barthes, “El beso de Judas” y la “Cámara de Pandora” de Joan Fontcuberta (también son estupendos sus artículos y ensayos fotográficos), el clásico “Sobre la fotografía” de Susan Sontag, el imprescindible “Fotografiar al Natural” de Henri Cartier Bresson y el que creo es básico para todo fotógrafo que asuma el hecho fotográfico desde lo cotidiano, “The lines of my Hand” de Robert Frank. Cualquiera de ellos, no sólo permitirá al fotógrafo comprender la fotografía como un proceso intelectual, sino además, como una idea que se construye a través de lo que asumimos es necesario reflexionar.

Una lista corta, sin duda, pero que resume la experiencia fotográfica que todo creador visual debería acumular eventualmente. Y más allá, las ideas que deben analizar como parte de su crecimiento como fotógrafo. Después de todos, el arte de mirar es además de una capacidad creativa, un arduo proceso intelectual.

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