viernes, 25 de septiembre de 2015
Proyecto "Un género cada mes" Septiembre - Literatura Infantil: "Coraline" de Neil Gaiman.
Neil Gaiman suele decir que es imposible definirle. Y ya sabrá este autor, camaleónico, furiosamente original, si tiene razón. Después de todo, Gaiman ha pasado gran parte de su vida adulta creando mundos y construyendo toda una nueva percepción de la literatura juvenil con una pasión que sorprende a propios y extraños. Desde mitologías y cuentos de hadas reinventados para un público contemporáneo, largas disertaciones filosóficas sobre el mundo infantil e incluso, toda una nueva percepción sobre el miedo, el terror y la belleza, Gaiman sentó las bases para construir un Universo a la medida de su fertil imaginación y también, de esa sensibilidad suya que hace todas sus obras únicas.
Porque el escritor no sólo es un soñador por convicción, sino un escritor que se toma la escritura muy en serio. Tanto, como para no darse un respiro en casi veinte años de carrera literaria: no sólo se trata de la multiple variedad de su talento sino además, de la capacidad de Gaiman para transformarse y construir nuevas experiencias creativas con enorme facilidad. De escritor de comic (creador del magnifico y aclamado Sadman) Gaiman recorrió un largo trecho para convertirse en un reputado escritor de novela fantástica juvenil e infantil, géneros complicados y sobre todo, con un público especialmente exigente. Pero Gaiman, soñador pero a la vez, insólitamente pragmático, sabe como hablar a esa generación díscola educada frente a las pantallas de la televisión y de cine, tan abrumada de imágenes e historias, que podría resultar insensible a la literatura. Pero el escritor, con una capacidad para asombrar que llega a desconcertar y que maneja una mitología propia, no sólo lo logra sino que además, construye una visión sobre la infancia tan insólita que resulta inolvidable. Una y otra vez, el escritor no sólo construye un mundo a la medida de su prolífica imaginación, sino que también, lo dota de una personalidad evidente. Nada es casual en las historias de Gaiman y ese ese empeño del escritor en lo bello, lo levemente macabro y lo intrigante, la raíz misma de su capacidad para cautivar.
Eso, a pesar que Gaiman no considera que escriba para niños, sino que escribe para "espíritus libres y curiosos". Lo hace sin prisas, escribiendo a un ritmo que sus editores confiesan a menudo puede llegar a impacientar, pero creando hilo a hilo, un tapiz fantástico que parece completarse entre sí. Porque lo suyo es crear "puntas de Iceberg" o así lo confesó en una entrevista a un diario Inglés: “Mis historias son así. Solo se les ve la cumbre. Pero hay mucho más bajo las aguas”. Tanto, como para que las tramas y subtramas parezcan mezclarse entre sí para crear a su vez, otras tantas visiones sobre lo fantástico y lo temible que se sustentan en ese metamensaje constante de Gaiman sobre la multiplicidad de ideas que sostienen la imaginación. Gaiman experimenta, avanza, especula, innova, comete la osadía de contradecirse así mismos. En el vasto universo de Gaiman hay espacio para todas las reflexiones sobre la fantasía: Videojuegos (Wayward manor), cómics (Sandman, Orquídea negra), novelas (El océano al final del camino), libros infantiles (El galáctico, pirático y alienígena viaje de mi padre) y también películas (Coraline, Beowulf). El escritor no sólo parece incansable, sino además, consciente del poder extraordinario de su imaginación. Y su entusiasmo es contagioso: Según el blog especializado de literatura fantástica Wertzone, hace dos años alcanzó más de 40 millones de libros vendidos en el mundo y también, fue un nombre recurrente en la lista de best seller de The New York Times con varias de sus novelas.
Tal vez por ese motivo, el libro "Coraline" no sólo fue un éxito instantáneo sino también, una aproximación por completo nueva a esa noción del misterio infantil - los submundos y pequeños terrores ocultos en el filo de la imaginación - que Gaiman construye con tanta precisión. Porque "Coraline" es un libro para niños pero no es un libro infantil. Es de hecho, una historia casi adulta, en sus planteamientos, referencias, personajes y atmósfera. Pero aún así, conserva una cierta inocencia ineludible: La visión argumental de Gaiman retoma los elementos tradicionales de la literatura para niños, pero creando algo totalmente nuevo. La historia es una visión refrescante de la narrativa infantil que se sostiene sobre su propia lógica, una inquietante perspectiva de lo real y lo irreal que hace que el lector recorra caminos inexplorados en cada lectura. Tal vez se deba a Gaiman brinda a su historia una novedosa visión de lo siniestro, gracias a la evidentes referencias mitológicas inglesas, usadas antes por Gorey o Burton o tan solo que "Coraline" se niega a ser una historia sencilla: utiliza lo aparente y la metáfora como un interminable juego de espejos, cada vez más complicado y sutil hasta crear una perspectiva de la fantasía, el miedo y el mundo onírico que describe con extraordinario detalle.
Resulta inevitable, crear paralelismos entre "Coraline" y "Alicia en el país de las Maravillas" de Lewis Carrol. De hecho, mientras leía la historia, más de una vez tuve la impresión que se trataba de una versión tenebrosa del clásico libro infantil. Hay una atmósfera inquietante y mágica que remite inmediatamente al universo creado por Carroll: la misma visión idílica de la niñez y más allá, el trasfondo mórbido, casi retorcido, deslizándose casi invisible en la historia. Como reinterpretaciones de una misma visión esencial de lo infantil, lo extraño y lo misterioso, ambas narraciones parecen intentar mirar la ingenuidad del niño desde otro ángulo, asumirlo como parte de esa idea ambivalente y siempre en transformación de lo que consideramos real. Y quizás el triunfo de "Coraline" sea justamente ese: Brindar una perspectiva esencialmente novedosa a un historia que se ha contado muchas veces.
Como narración, "Coraline" sorprende además porque su autor logra captar de una manera muy realista esa voz interior del niño, más allá de la percepción del adulto. Un error común en la literatura infantil, es esa voz del niño excesivamente dura, formal. O en otras ocasiones, carente de la sencillez - nunca simplicidad - de la visión infantil. Quizás se deba a que Gaiman, padre de tres, dedicó especial atención a captar ese mundo disparejo y extrañamente sutil de la infancia o quizás, solo lo recordó. En una entrevista al respecto de la publicación del libro, el autor explicaba: “Recuerdo que cuando era un crío leí algunos libros, escritos por adultos, acerca de la niñez o desde la perspectiva de un niño. Y al leerlos pensaba: ¿Por qué no se acuerdan? No hace tanto que esta gente tenía ocho o diez años, no pueden tener más de cincuenta... Son sólo cuarenta. ¿cómo es que se han olvidado?” Así que no resulta sorprendente el cuidado a esa voz interior de su personaje, tal vez por el hecho que el autor renuncia desde el principio a entrar en la mente de una niña. Y es que quizás uno de los mayores aciertos del libro, sea esa respetuosa y sutil tercera persona desde la cual se narra la historia, contando la perspectiva de Coraline, pero jamás analizando sus pensamientos, ni tampoco dándole un cariz adulto. Hay una exquisita distancia entre la pluma del autor - y su opinión sobre el mundo de Coraline, sobre sus vivencias - y el niño lector de cualquier edad que construye la historia en su imaginación.
Neil Gayman es un escritor prolífico, eso nadie lo duda. No obstante, "Coraline" parece ser una nueva prueba a su talento, a esa capacidad suya de reconstruir conceptos viejos en visiones totalmente nuevas. Más aún, esa necesidad del autor de construir insólitas perspectivas de lo evidente, de comenzar otra vez a contar una historia vieja desde un ángulo desconocido. Y es sin duda, ese elemento novedoso lo que hace a "Coraline", una sorpresa dentro del genero para niños: es una historia de terror, pero también es un libro infantil, y también es una historia que tal vez, no pueda definirse a primera vista. El terror parece mezclarse con la inocencia, con un cierto sentido del humor melodramático que roza lo espeluznante sin serlo. Al final, Coraline deja al lector la sensación de recorrer un mundo inquietante pero tan hermoso que el recuerdo se hace perdurable mucho después de haber leído la última palabra, ese pequeño prodigio que solo un buen libro puede conseguir.
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6 comentarios:
Me encanta Gaiman desde que lo conocí a través de Good Omens, libro que escribió junto con Terry Pratchett. No he leido Caroline, creo que lo buscaré para ponerlo en cola :)
armando2045@hotmail.com ;)
Mándamelo, porfa!!! Un abraz
Mándamelo, porfa!!! Un abrazo!!
Buenas noches, podrías por favor enviármelo a mi correo? pedroleopardi@gmail.com . Gracias!
Buenas noches, podrías por favor enviármelo a mi correo? pedroleopardi@gmail.com . Gracias!
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