martes, 3 de noviembre de 2015
ABC del ciudadano preocupado: algunos aspectos básicos que debes saber sobre la economía Venezuela
Hace unos días, un conocido me explicaba que en Venezuela, la situación económica tiene mucho que ver con la “actitud” del ciudadano común. Que la crisis que atravesamos, no sólo es una coyuntura en el manejos de los valores y planes gubernamentales, sino algo relacionado directamente con el comportamiento del venezolano. No supe que responder a eso.
— La economía es una respuesta a la planificación y una macro estructura muy específica — le contesté por último — no creo que la influencia del ciudadano pueda tener una relación tan significativa y directa.
— Claro que la tiene: allí tienes a la gente vendiendo productos y artículos a lo que le da la gana. A los bachaqueros, los raspa cupos… Esa gente empeora lo que ya viene mal…
En ocasiones, cuando escucho razonamientos semejantes, suelo preguntarme si la ceguera ideológica que tanto se le suele criticar al chavismo, de alguna manera también es parte de la percepción general del opositor sobre lo que ocurre en el país. Volví a pensarlo, mientras mi amigo intentaba explicarme el motivo por el cual está convencido que la crisis económica venezolana no sólo es la consecuencia de un manejo deplorable de las finanzas públicas, sino de un tipo de comportamiento específico que además de cimentar las bases de la crisis, las hace más firmes. De omisiones y acciones particulares que juntas, pueden provocar una destrucción de la estructura macroeconómica. Durante la larga perorata, insistió en que somos “parte del problema” y también “un elemento tener en cuenta”.
— Un bachaquero se lleva el inventario de cualquier tienda y lo vende al precio que le da la gana — me explicó —. ¿Qué negocio puede sobrevivir así?
— ¿Uno que pueda reponer los productos que necesita? — le pregunté. Me miró con un gesto impaciente.
— Pero ya sabemos que estamos en una crisis donde eso pueda hacerse. — Y justamente ese es el problema — insistí — la crisis te limita las opciones y crea reacciones irregulares. Y esa restricción no la provoca el ciudadano o su comportamiento. Es una consecuencia del manejo ineficaz desde el poder.
Escuchándole, me intrigó la insistencia del venezolano en analizar la crisis política y social que atraviesa desde el mismo punto de vista del gobierno: achacar culpas, encontrar chivos expiatorios convenientes para comprender los intrincados procesos que apuntalan la crisis e incluso, cierta victimización del poder. Una percepción además que beneficia la política de controles que impone el Gobierno sino también, su análisis sobre el hecho económico como parte de una serie de elementos aislados que provocan una situación extrema. No deja de ser preocupante que la propaganda gubernamental haya logrado construir una perspectiva sobre la circunstancia que vivimos que le brinda un considerable margen de maniobra de cara a cualquier justificación sobre su política interna. Una excusa general para la crisis como elemento social.
De manera que, visto así, cabe preguntarse, cuáles son las excusas preferidas del gobierno y sobre todo, cuales acepta el ciudadano para justificar la crisis que atravesamos. Y encontré algunos interesantes para el debate:
* La Inflación la provoca los cálculos sobre el valor del dólar que publica una página web
En más de una ocasión, he escuchado comentarios muy preocupados sobre el hecho que la economía venezolana se base sobre el valor del dólar, adjudicado por una página web de dudosa procedencia. La teoría además insiste, que la mencionada web, no sólo publica un precio del dólar que puede beneficiar — o no — a ciertos estratos políticos, sino que alguien puede manejarlo de manera periférica y obtener beneficios. Sobre todo, con una frecuencia desconcertante, las versiones parecen sugerir que las preocupantes variantes de la economía venezolana parecen provenir de una especie de “saboteo” virtual que ocasiona el precio de divisa extranjera publicada vía internet.
No sólo se trata de una idea sin ningún tipo de asidero, sino que demuestra que un considerable número de venezolanos desconoce el origen y causas de la altísima inflación que sufrimos y que no son otras, que la exorbitante cantidad de dinero sin respaldo de reservas que inunda el mercado. Ningún ciudadano, página web, rumor e incluso, acción directa de cualquier actor de la cadena de producción y comercialización puede provocar la inflación, por el simple motivo que el dígito que la sostiene — y las variables que las ocasionan — provienen de un indicador que SÓLO el gobierno puede controlar. En otras palabras, si el panadero decide aumentar el costo del pan que vende o un comerciante trasladar el costo de pérdida al producto que comercializa, no influirá de manera decisiva en el costo general de cualquiera de ambas cosas a nivel de mercado. De hecho, en una economía sana y sin controles estatales tan restringidos como la nuestra, la variación de costos podría estimular la competencia y dejar al consumidor la decisión de dónde y cómo comprar, en beneficio de la necesidad que desea satisfacer.
Además, el sólo hecho que el Gobierno acuse a una página web como responsable de la distorsión económica que padece el país, sugiere que el Gobierno es incapaz de controlar los indicadores que pueden provocar el aumento de bienes y consumo, inflación y escasez. Los indicadores que publica cualquier medio virtual o de comunicación sobre el costo del dólar, no podrían afectar de ninguna manera los indicadores macro económico si estos fueran lo suficientemente firmes como para soportar la incertidumbre que puede provocar el desaliento al consumo, el ahorro y la inversión que provoca cualquier crisis coyuntural donde la inflación rebase más de un dígito, como es nuestro caso.
Un efecto aún más preocupante de la inflación, es además, el que menciona Daniel Paravisini en su artículo: Revolution Translator: sobre la demanda del BCV contra DolarToday:
“Esta acusación sugiere que una página web tiene más influencia sobre las expectativas de inflación en Venezuela que cualquier comunicación del gobierno o del Banco Central. Esta es una afirmación extraordinaria por parte de un banco central de cualquier país, porque es una admisión de que el Estado venezolano perdió la credibilidad en materia de precios y de tipo de cambio. El Banco Central de Venezuela admite que los comerciantes, inversionistas, y consumidores venezolanos no creen que los sucesivos ajustes y perfeccionamientos de los sistemas de control de cambio y de precios sirvan para algo. Es también una admisión de que la política del BCV de suprimir sistemáticamente cualquier tipo de información actualizada sobre la evolución de los precios no tuvo como resultado disminuir las expectativas de inflación.”
De manera que no, ninguna página web tiene el poder de “sabotear” o “afectar” los indicadores económicos. De hecho, la fluctuación del precio del dólar — sea publicado o no por un medio de difusión pública — sólo es el indicador del lento desplome del valor de la moneda nacional y el aumento de la dificultad del ciudadano para afrontar la brecha entre su capacidad adquisitiva y el costo de productos de consumo. Nada más.
* Los culpables de la escasez — casi 70% para noviembre — son los bachaqueros, los raspacupos, el contrabando en la frontera, la gente que está vendiendo artículos al triple del precio real
Nadie duda que la crisis venezolana ha creado un fructífero mercado negro de ingentes ganancias particulares. Pero este mercado al margen de los innumerables controles promovidos por el gobierno, no son la causa sino la consecuencia de la crisis que padecemos. A pesar de la insistencia del Gobierno en demostrar que el desabastecimiento, escasez y merma de inventario comercial lo provocan las ventas de productos a precios muy por encima del marcado por la ley, lo cierto es que no es otra que una excusa ideológica muy redituable. Una búsqueda del habitual “culpable” que un gobierno que insiste en enfrentarse a una “guerra económica” necesita.
Tal como indica Humberto García Larralde, miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, en el artículo “Venezuela: ¿se aproxima el ajuste económico?” de por Víctor Salmerón, el Gobierno venezolano es prisionero de su retórica y sobre todo, de su base fanatizada, que debido a la merma de popularidad electoral, es quizás el último resquicio del capital político que Chavez heredó al Gobierno de Maduro. Por tanto, este discurso que insiste en la culpabilización del ciudadano común como causante de la crisis, es uno de los argumentos ideológicos que el poder necesita mantener para autopreservarse. Y lo hace, señalando como culpables de la crisis decenas de eventos y elementos, que de hecho son parte de la deconstrucción del aparato económico venezolano.
Tanto el “bachaqueo” (revendedores de productos de alto consumo subsidiados por el gobierno) como el fenómeno de los “raspa cupos” (malversación del cupo asignado de moneda extranjera) no serían viables ni muchos existirían, de no extender una serie de controles cada vez más rígidos que dificultan a niveles inauditos el acceso a productos y divisas. El bachaqueo no es más que la consecuencia de la limitación en la venta de productos y sobre todo, la imposibilidad del ciudadano de adquirirlos según los escasos medios legales propuestos por el gobierno. Los “raspa cupos” no son la reacción directa a un mercado de divisas corrupto, burocrático y cuya distorsión permite el lucro a través de sistemas vulnerables. Una y otra vez el gobierno Chavista ha conculcado las libertades económicas y sobre todo, atacado la capacidad productiva del país, lo que ha provocado una caída progresiva de la producción interna. Lo que es de hecho, la causa real de la escasez y el desabastecimiento general que padece actualmente Venezuela.
* Existe una “Guerra económica” en Venezuela:
Desde sus primeros años en el poder, Hugo Chavez Frías instauró el hábito político de culpar a un enemigo de ocasión de cualquier error o situación a la que tuviera que enfrentarse su administración. La idea, se basa en la estrategia utilizada por gobiernos de alto contenido ideológico, de crear un chivo expiatorio a quien responsabilizarse de situaciones provocadas por errores de estrategia y de planificación dentro de proyectos políticos basados en abstracciones utópicas. Por tanto, la responsabilidad siempre recae en un elemento que pueda contradecir la imagen infalible del gobierno, así como su insistente visión sobre el ataque constante al que le someten sus detractores.
Por tanto, no sorprende que la administración de Nicolás Maduro insista en perpetuar la costumbre, basado en la concepción de las propuestas sociales, económicas e incluso culturales, como trincheras ideológicas que deben ser defendidas. Así que amenaza, crea un ambiente de agresión e invasión y sobre todo, se asegura de dejar muy en claro que toda responsabilidad sobre los errores y sus posibles consecuencias, la tiene el enemigo de turno.
El ámbito económico es además, el terreno ideal para el planteamiento de un enfrentamiento real entre actores y voceros de relativa importancia dentro del país. De allí, la insistencia de Maduro de culpar a la empresa privada, empresarios, ciudadano común, países vecinos de las importantes y trágicas fluctuaciones económicas. Una y otra vez, el gobierno construye una matriz de opinión donde la política de restricciones y de intervención dentro de las libertades económicas que sostiene el régimen Chavista, no es el responsable sino el hecho de las manipulaciones externas a la que debe enfrentarse. Una guerra, que sostiene no sólo contra quienes le adversan sino además, los elementos que acusa de infligir daño económico al país.
No obstante, la situación estructural del país tiene un único responsable: El gobierno nacional y su incapacidad para manejar una crisis coyuntural que desborda los brumosos planteamientos económicos del proyecto político del cual proviene. Esa perspectiva de politizar la economía, conlleva a Los cada vez más numerosos controles que el gobierno ejerce sobre la libertad económica. La destrucción del aparato productivo y comercial. El aumento del endeudamiento interno. La incapacidad para honrar compromisos presupuestarios. El abismal déficit fiscal. La combinación de los anteriores elementos crean una situación insostenible, que provoca no sólo una distorsión general a nivel de proyecto país sino que incide en cada elemento de la economía nacional.
* La culpa de la crisis es que el venezolano es flojo y no produce nada de lo que consume
Se trata de una idea preocupante, que parece minimizar las consecuencias de la crisis en beneficio de una percepción individual sobre la actuación de ciudadano y sus consecuencias sobre la situación económica general. Una percepción confusa no sólo sobre lo que las implicaciones de la coyuntura que atravesamos y sus consecuencias, sino la responsabilidad directa del gobierno sobre ella. Así que vale la pena analizar el origen de una conclusión semejante y sobre todo, sus implicaciones:
En su artículo "Venezuela: ¿se aproxima el ajuste económico?" Víctor Salmerón analiza cuál ha sido la actuación de la administración de Nicolás Maduro la crisis y concluye, de manera muy concreta que la única medida real que el gobierno ha implementado ha sido recortar drásticamente las importaciones. En un país donde el aparato productivo fue destruido por sucesivas expropiaciones, donde la línea de distribución y comercialización se desplomó debido a la imposibilidad de acceso a la divisa extranjera y sobre todo, que se encuentra sometido de controles de venta, la falta de producción interna no es un fenómeno individual sino virtualmente una política de estado. Como bien menciona Salmerón: “De acuerdo con Ecoanalítica, a través de los mecanismos oficiales que ofertan divisas a las tasas de 6,30, 12 y 200 bolívares la porción de la economía que no pertenece al Estado recibió en los primeros siete meses de este año un promedio diario de 50 millones de dólares, magnitud que se traduce en un descenso de 61% respecto al mismo lapso de 2014.
La administración de Nicolás Maduro no puede cubrir sus gastos con el ingreso proveniente del petróleo y la recaudación de impuestos, pero con billetes que fabrica el Banco Central aumenta salarios, pensiones y mantiene el subsidio en el precio de la gasolina y las tarifas de los servicios públicos. El inconveniente es que cuando este dinero recién creado ingresa a la economía más bolívares persiguen una misma cantidad de productos y los precios escalan.”
Así que la destrucción aparato productivo nacional, no es una consecuencia del comportamiento malintencionado o destructivo del ciudadano, sino de una serie de decisiones económicas erróneas que han torpedeado la economía hasta sumirla en un proceso cada vez más crítico de ruptura. Asumir que la actuación individual puede crear una situación de esta envergadura, es cuando menos ignorar que la economía no es una idea única sino la confluencia de una serie de planteamientos consecuentes que sostienen su viabilidad.
*El desabastecimiento no es tan grave: si hay colas es que hay productos que comprar
El economista Luis Vicente León comenta en su artículo ¿Por qué se ataca a Polar? que el desabastecimiento es la principal preocupación del venezolano, por encima incluso de los altísimos índices de inflación. Eso, a pesar que el Gobierno a dedicado una buena cantidad de propaganda a insistir en que hay suficientes productos para sustentar el consumo mínimo del venezolano. Además, ha aplicado severas políticas de control y restricción de ventas, favoreciendo a la red de distribución estadal y además, beneficiándose del control de divisas que maneja a discreción. No obstante, como menciona León, el problema no ha mejorado en lo absoluto: “[…] el crecimiento del desabastecimiento ha sido explosivo, originando que 85% de la población evalúe negativamente esta situación. Este problema ha afectado la popularidad del presidente y del chavismo causando una caída sustancial en la evaluación de gestión del gobierno y en la disposición de voto por el chavismo […]”
En otras palabras, los intentos por controlar el desabastecimiento por parte del gobierno, han sido más cosméticos que cualquier otra cosa. La carencia de insumos y artículos de primera necesidad continúa siendo crítica y se refleja en el hecho que cada día, el hábito de la cola y de la venta restringida parece hacerse cada vez más necesario para la adquisición de los pocos productos a disposición. No se trata que exista un inventario mínimo, sino que los artículos a los cuales tiene acceso el consumidor son tan escasos, que obliga al racionamiento selectivo. Otra consecuencia de la distorsión económica que atraviesa y de la que el Gobierno tiene completa responsabilidad.
* El dólar está “subiendo” (de precio)
En realidad la idea del “aumento del precio” del dólar es otra percepción ficticia sobre lo que realmente ocurre en la economía venezolana. En realidad, no se trata que la moneda norteamericana se hace costosa sino que el bolívar pierde valor debido a toda una serie de circunstancias que lo hacen perder su solidez frente a la cualquier divisa extranjera. No se trata por tanto de un aumento “provocado” ni tampoco un plan conspirativo: la devaluación del Bolívar — que es lo realmente sucede — no es otra cosa que el reflejo directo de la lenta caída del valor de la moneda nacional, como fruto de las políticas erróneas del gobierno.
¿Cuales podrían ser esos planteamientos políticos y económicos gubernamentales que inciden sobre la moneda? Como explica Daniel Paravisini en su artículo: “ Revolution Translator: sobre la demanda del BCV contra DolarToday” que hay una creencia errónea sobre el hecho que la inflación la provoca lo que el gobierno llama “Una consecuencia imprevista de la expansión del gasto público” sino una estrategia planteada para aprovechar el llamado “señoreaje” económico, que no es otra cosa que un impuesto que recolecta el estado al imprimir moneda sin ningún tipo de respaldo exterior que le permita pagar sueldos y todo tipo de obligaciones financieras externas e internas en moneda. Para el Gobierno resulta beneficioso esa impresión desordenada de papel moneda, a pesar que fracciona el valor real del Bolívar frente a cualquier otra divisa y lo hace caca vez menos valioso en comparación. Así que a mayor fraccionamiento de la moneda nacional, mayor valor tendrá la moneda extranjera, lo que desvirtúa (y desmiente) la tesis insistente sobre el valor “artificial del dólar”.
La conversación con mi amigo no terminó bien por supuesto, como supongo suele ocurrir con cualquier debate semejante. Y tal vez sea esa noción de las opiniones contradictorias sobre un tema tan crítico como la situación económica venezolana, lo que haga más evidente la ignorancia y sobre tergiversación del tema. Una percepción sobre la coyuntura que atravesamos cada vez más política y sin duda, peligrosa.
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