martes, 16 de febrero de 2016

Las penurias del mal nombrado o las pequeñas locuras de llevar un nombre raro





La escena es más o menos así: pronuncio mi nombre y de inmediato, quien lo escucha parpadea. Un gesto de involuntaria que me anuncia lo que seguramente vendrá a continuación. Aunque no siempre es lo mismo: En ocasiones, transcurre un largo e incómodo minuto en que mi interlocutor me mira, como si me exigiera una explicación por la extraña combinación de nombre y apellido que acabo de pronunciar. Lo siguiente que ocurre es una sonrisa nerviosa o simplemente, la más leve expresión burlona.

—¿Agladys?
—Aglaia.
—¿Glaya?

Suspiro, intento tranquilizarme. La incomodidad me colorea las mejillas, siento que la sangre me golpea las sienes. Intento sonreír. A pesar de mis buenas intenciones, esbozó algo más parecido a una mueca tensa.
—A-g-l-a-i-a —deletreo. Lo hago con voz neutra, con la firme intención de no disgustarme. O al menos no tanto como en otras ocasiones. Oye, ya deberías estar acostumbrada, ¿no? Me insisto apretando un poco los labios. ¿No?

Mi interlocutor seguramente me mirará ahora con atención. Al parecer meo. Esa para entonces, ya comienza a divertirse. De manera que sonríe, ladea la cabeza, ahora con curiosidad. Como si la inusual sonoridad de mi nombre fuera motivo de obligada e involuntaria diversión. Para entonces, me resigno a aguardar lo que vendrá después, la andanada de preguntas bien intencionadas que intentarán descifrar motivo por el cual llevo un nombre tan fuera de lo común.

—¿Y de donde salió un nombre así? —pregunta el cajero, el encargado del mostrador, el mesonero, el empleado público de turno— ¿Es una combinación de nombres?

Intento explicar que se trató de una excentricidad paterna. Lo hago con buen humor, incluso. Intento pasar al siguiente tema, evitar esa sutil sensación de desconcierto que suele hacerme sentir el hecho que mi nombre, esa característica tan personal, tan lógica, tan habitual sea objeto de análisis, que pueda parecer tan fuera de lugar. Pero por supuesto, nada es tan sencillo. Mi interlocutor no sólo insiste en escudriñar, sino que parece además, muy entusiasmado por la simple eventualidad de hacerlo.

—¿Y no te da problemas ese nombre tan raro?

¿Problemas como que un desconocido insista en preguntarme sobre él?, pienso. ¿Problemas con tener que deletrearlo hasta en las ocasiones más vulgares? ¿De soportar con torpe estoicismo las miradas y risitas, las presentaciones interminables y engorrosas? ¿Los primeros días de clase donde invariablemente una maestra miró la lista y se quedó un segundo en blanco, antes de pronunciar con lentitud mi nombre? ¿Las travesuras de compañeros y amigos? ¿Los inevitables sobre nombres? ¿Problemas? Seguro que no, me digo con la sonrisa ahora definitivamente convertida en una mueca irónica.

No soy la única por supuesto. Ni mucho menos, la que debe sufrir con más frecuencias las incomodidades de un nombre tan poco común que te convierta en objeto de toda una serie de situaciones insólitas con tanta frecuencia que se hace un hábito indeseable. Se trata de una cofradía de sufridos, pacientes y la mayoría de las veces, divertidos cómplices que intentan superar con sentido del humor la florida imaginación sustantiva familiar. Y es que llevar un nombre raro, poco común, extranjero o una inusuales combinaciones tan habituales en Latinoamérica te condena la mayoría las veces a una serie de situaciones que van desde lo hilarante hasta lo desagradable. Una especie de carreras de obstáculos con ese elemento tan privado que en ocasiones llamamos con tanta ingenuidad, identidad.

Como por ejemplo, mi querido Arnaldo Ultrera, que suele comentar que para la mayoría de los empleados públicos, su nombre es “Eneldo Contreras”. O mi amiga Galia Zula, que suelen ser bautizada con una pintoresca combinación nombres que van desde “Venezuela” hasta “Azúcar”. En mi caso, suelo ser entre “Gladys Berlutti” y “Alga Berlutti”. Al gusto de consumidor y la premura de leer mi cédula. Porque tener un nombre complicado es una condena y las llevas a todas partes como un fardo a cuestas. No hablemos de los irritantes momentos donde hay que presentarse y el drama del nombre complejo se convierte en el momento incómodo por excelencia.

Inspirada —o quizás, en un deseo nada disimulado de solidaridad y comprensión— decidí preguntar a través de mi FrontPage a todos los que sufren del mismo mal cómo solucionan el “problema” de presentarte y otros trámites. O en otras palabras, como sobrevivir a la locura de un nombre que te hace blanco inmediato del interés y la confusión ajena. Las respuestas quizás demuestran que la incomodidad sustantiva es mucho más complicada de sobrellevar lo que aparenta. Y sí, lo admito, mucho más divertida de lo que me permito reconocer:

Edna Montes: Escritora. 
Es un lío y el mío no es taaaan complicado. Aún así me ha tocado ser: Elsa, Elba, Etna, Brenda…

Andrea Guarisma: Publicista.
Guarisma. Lo deletreo con ritmo como un número telefónico: ge-u-a / ere-i / ese-eme-a.

Ybelisse Colina: Periodista. 
Evelyn, Evelice, Ybeyise, Elizabeth, ¿me lo puede deletrear , por favor?

Felicidad Marin Torcatt: Orientadora de Talleres de experiencias de aprendizaje. 
[…] Al menos a ti (ustedes) les creen que su nombre es un nombre, no una emoción que les da al verlo.

Teresita Cerdeira: Ingeniero. 
Yo con mi aclaratoria de “no es diminutivo. Hay una Santa Teresita del Niño Jesús” he pasado mis 32 años aclarándolo y serán unos 50 más *sigh*

Valentina Tepedino Ramos: Periodista de deportes.
A mí una vez me cambiaron el nombre a Teodelina, porque obviamente eso es más fácil que Valentina, incluso cuando estás viendo mi nombre escrito en el mail que me estás respondiendo.
Ni hablar del apellido, cualquiera juraría que es armenio o algo así.

Malala Ciarrocchi Pérez: Traductor Audiovisual.
Mi apellido es Ciarrocchi, se pronuncia Chiarróqui. Generalmente, cuando lo leen lo pronuncian como Siarrochi, y los más sifrinos como Swarovski. Si soy yo quien lo dice, lo escriben como Chiarroki e incluso han llegado a sorprenderme con Cherokee. En el colegio donde yo estudié, nos llamábamos por los apellidos. La gente optó por comenzar a decirme “Charro” como diminutivo, algo mexicano pero bastante fácil de recordar… Siempre muestro la cédula cuando tengo que hacer algún trámite. A veces lo deletreo, cuando ya voy por “C-I-A”, me doy cuenta que escribieron S en vez de C, y tengo que hacer como las líneas aéreas: C de casa, I de indio, A de árbol. Corrigen. Y cuando deletreo la doble C, colocan doble S. Are you fucking kidding me? Verdaderamente me molesta, por eso dejé de hacerlo y ahora mi mejor amiga es la cédula… C’mon, no es tan difícil una vez que escuchas su pronunciación correcta.

Kodiak Agüero Orta: Músico.
Mi papá, no contento con el Kodiak, le agregó III… Una de las veces que robaron en mi casa, el policía que me tomaba las huellas me pregunta:
“Primer nombre”: Kodiak
“Segundo”: Tercero
“¿¿Segundo??”: Tercero
“Muchacho, ¿¿tú me estás vacilando??”
Le mostré la cédula y entendió.
En Starbucks y por el estilo soy Andrés.

Manaure Quintero: Fotógrafo documental. 
Uso “como el indio” como si fuera mi segundo nombre (que no tengo) y a pesar de eso han escrito Manuel, Manare, Anare, Manuare… lo más cómico no viene dentro del rango del empleado publico sino fuera de la lengua castellana, en inglés Manure (def. noun.: excrement, especially of animals, or other refuse used as fertilizer.) Por tanto he debido presentarme en esas latitudes como Manu.

Lianka L Lengua L: Chef.
Me solidarizo con la causa: Bianca, Blanca, Elianca, Elianta, Vianka (escrito por mi jefe). Lianka, como Bianca pero con ele y ka,
¿Lengua? Sí, Lengua, ¿y ese apellido de donde viene? De la boca. (Con cara muy seria)
¿Todos con L? Si todos con L los míos y los de mi hermana mayor..
Cuando pedían el nombre para llamarte cuando tu pedido estaba listo decía Sofia, o Ana […]

Keyla Jaimes Maza: Abogada.
Digo “Keyla con K e Y griega. Key-la”. Por eso tengo pocos amigos. Con el apellido, ya me la suda si me dicen “James” (como James Bond) o “James” (como el nombre del futbolista colombiano). Paso de todo ya.

François Montalant: Fotógrafo.
¡Hola! ¡Mi nombre es Francisco Montalban! Listo!
Encima de todas las más absurdas variaciones de escritura de mi nombre y los chistes idiotas tipo: yo solo se decir en francés “ye mapel” y “vulevu cuche avec mua
Yo lucho con explicar que mi nombre se escribe François y se pronuncia Fransua…
Como diría el bolsa de Jacques Chirac: “voila Monsieur c’est un vaste projet

Sebastián Riquelme: Ingeniero.
A mi me pasa con el apellido. Los guardias de mi lugar de trabajo, que me ven TODOS los días, y tienen mi nombre escrito y lo LEEN todos los días me han llamado Rekelmi, Requel, Riquelmi, Rimelke, etc. todas las variaciones posibles.

IL Gimón: Músico.
yo digo IL, lo deletreo, me dibujo la I y la L en la mano y luego digo 'espacio Gimón con G'. Y luego les digo: 'sí, mi nombre es IL Gimón, de verdad'

Michell Leonardo: Creativo Digital
Michell no es tan molesto porque generalmete lo entienden, las ofensas son menores como "Michel" con una sola L o "Michelle" que es netamente femenino pero que carajos. La de Los Beatles me la cantan por lo menos 2 veces a la semana.

Astudillo es el que peor sale con "Astuprillo", "Trudillo" o el mas comun "Astu... que?... pillo? ... con D? como que con D?... mire, mejor me lo escribe."

Siempre he estado tentado de presentarme como Leonardo Blanco a ver que pasa.

Maria Antonia Erminy: Periodista.
He pasado la vida siendo Herminia, y me han preguntado por qué tengo tres nombres

Arlette Montilla: Fotógrafa.
¿Te gusta ARLEX, HARLE, o ARLENIS?

Joely Lara: Ingeniero en Sistemas. 
Johely, Jhoely, Yoel, Yoeli, acentuando al final, Jolely, Jloely, etc. Lo resolví con “Joel” a secas y al momento de comprar o facturar, paso la cédula (¡y eso que mi nombre no es tan complicado!)

Cinzia Ricciuti: Poeta.
Chinchia, Cirtia, Zincha, Sinsia y así.

Joana Zerpa: Estudiante. 
[…] Ni deletreando. Nunca, nunca ponen los nombres bien. Mi nombre es Joana Do Rego. Una vez le dije a una cajera J o a n a D O espacio R E G O. Ella escribió Yohanna Dospaciorego…



El cajero/encargado del mostrador/mesonero/empleado público de turno escucha mis explicaciones entre risas. Finalmente la conversación se desvía hacia otros temas y para mi alivio, el debate sobre lo inusual y aparentemente impronunciable de mi nombre parece olvidada. Además, me digo con cierta tranquilidad, en esta ocasión no hay posibilidades de equivocación. Después de todos mi amable interlocutor escuchó con gran atención la manera en que lo deletree. ¡Ni siquiera necesitaré mostrar mi cédula de identidad! Me digo casi con una sonrisa. Por una vez, el pesado trámite del nombre incómodo parece haberse hecho más simple. Quizás exagero, me digo. Quizás…

Leo el nombre escrito en la factura. Las pulcras letras del emisor casi me hacen reír a pesar del disgusto: el nombre AGLADYS BERLUTTI llena la parte superior y puedo otra cosa que preguntarme si esta pequeña travesura de lo cotidiano que debo soportar casi a diario no es otra forma de humor profano, del secreto y sutil que acompaña cada día. No lo sé, me digo al final sonriendo y guardándome la factura. Pero me agrada pensar que es así.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Se le agradece la mención, muy amable.

HERMINIA dijo...

Mi nombre es Herminia Torres. Inevitablemente me cambian el apellido a "Martínez" por la conocida gata.
HILDA, HERLINDA, HERCILIA, HIGINIA, HERMELINDA y pare usted de contar. Cuando logro que entiendan, lo escriben sin hache. Por lo que indico: "Herminia, con hache".
La mejor es una farmacia en la que me registraron como "ERMINIA CANACHE".

Unknown dijo...

Realmente el tener nombres y apellidos no muy comunes te hacen la vida diferente cuando estas frente a un cajero, dependiente de tienda o mesero,lo mejor sería portar un cartel como los empleados de las empresas, pero ese no es la solución. Mi nombre y apellido es asociado al famoso oriundo de Medellín Pablo Escobar y otros como Saul, Paulo, en cada ocasión hay que hacer la aclaratoria, pero sigo con mi nombre...... Saulo Escobar

Unknown dijo...

Realmente el tener nombres y apellidos no muy comunes te hacen la vida diferente cuando estas frente a un cajero, dependiente de tienda o mesero,lo mejor sería portar un cartel como los empleados de las empresas, pero ese no es la solución. Mi nombre y apellido es asociado al famoso oriundo de Medellín Pablo Escobar y otros como Saul, Paulo, en cada ocasión hay que hacer la aclaratoria, pero sigo con mi nombre...... Saulo Escobar

Unknown dijo...

Por casualidad llegue a tu blog y vi esto, debo admitir, que te entiendo, mi nombre es indra carolina, ahora inciarte por un reconocimiento de mi padrastro. pero las miles de formas me han llamado y escrito mi nombre, hindra, yndra, indrina, indira(nombre de mi madre), hydra, ydra y valgame contar, me han llamado carito, sobrenombre que solo le aceptaba a mi abuela y porque era por cariño... ahora mi apellido, iriarte, incierto, "in que? disculpe señorita, me lo puede deletrear/escribir?" ... y viene el popular ¿de donde es ese nombre tan raro?, la gente me mira con cara rara cuando digo que proviene de un dios hindú, o simplemente es de la India, y viene la siguiente pregunta ¿y tu eres de alla? jajaja el hecho que mientras mas raro sea tu nombre, mas historias podrás sacar de el.. un saludo!

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